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miércoles, 31 de agosto de 2011

Inocencia y juventud

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Tres imágenes de rodaje de 'Inocencia y juventud' (Young and innocent, 1937), de Alfred Hitchcock. Una junto a los dos protagonistas, Derrick De Marney y Nova Pilbeam, la segunda, aquella en la que realiza su habitual cameo en el exterior de los juzgados, y la tercera, un elaborado travelling antecedente del que realiza en 'Encadenados' (1946), en la fiesta, de un plano general al plano detalle de la llave en la mano de Ingrid Bergman. En este caso, del plano genera de la sala de baile hasta el plano detalle de los ojos del batería de la banda de música, que guiñan espasmódicamente, detalle que 'identifica' al asesino ( que ya le caracterizaba en la primera secuenciacuando realiza el crimen). Esta obra es menos recordada o célebre que otras de este periodo británico de Hitchcock, como '39 escalones' (19359, 'El agente secreto' y, sobre todo, 'Alarma en el expreso' (1938). Como en la primera, nos encontramos con una de las figuras recurrentes en su filmografía, el 'falso culpable', perseguido, 'Tisdall (De Marney), quien tiene la 'peregrina' idea de salir corriendo cuando encuentra el cadáver de una mujer en la orilla de la playa, aunque sea para pedir ayuda, porque para unas testigos si corre es porque es culpable (toma cáustica ironía). También, como en '39 escalones', se encuentra, en un momento dado, con una compañera de viaje, Erica (Pilbeam), remisa en un principio, aunque aquí ya desde el primer tercio de la narración, eso sí, con la particularidad ( o peculiaridad) de que es hija del jefe de policía. Como en las tres citadas combina la vertiginosa sucesión de avatares, y con su proverbial habilidad los tonos, el drama y la comedia, aunque el primer aspecto no llega a alcanzar los atributos severos, turbadores o sombríos de las tres citadas, lo que no significa demerito,sino definición de que es una obra más luminosa en la generalidad de su trayecto, aunque penda la amenaza de la detención o de la sosprecha sobre el protagonista, el cuál porta un talante tan distendido como confiado: es cuestión de encontrar a quien cogió la prenda que le incrimina; su integridad ve la vida en línea reta, sin ser consciente de que la vida no deja de estar llena de desvíos imprevistos, frágiles cimientos, realidades equívocas y trayectos tan retorcidos como lo son algunas mentes. Claro que el azar puede ser fatal como benigno, todo depende de las caprichosas corrientes de lo aleatorio.

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