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jueves, 25 de agosto de 2011

En rodaje: Ernst Lubitsch y Greta Garbo

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Greta Garbo ríe, Ernst Lubitsch ríe, nosotros reímos. Billy Wilder, uno de los guionistas de Ninotchka (1939), comentaba cómo era el toque Lubitsch, esa capacidad para expresar de modo sintético a través de acciones, de modo visual, las evoluciones de los personajes. En este caso cómo expresa la transformación de Ninotchka, en el desarrollo de la narración, a través tres escenas distintas según su relación con ese sombrero, desde la primera vez en la que declara que ya entiende cómo una civilización se puede hundir si se lleva ese sombrero, hasta que lo porta con indisimulada satisfacción, despojada de su condición de robot uniformado y ya entregada a la embriaguez de las emociones, deseos y sentimientos. Quizá no sea una de las obras más logradas o pletóricas de Lubtisch, pero es otro sumo disfrute la inmersión en el universo de este cineasta apólogo de lo epicureo,de los placeres sencillos frente a la rigidez de las reglas morales de conveniencia.

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