Hay música que te rapta, y te deja suspendido en ese arrebato, como esta bella composición de Eric Demarsan para una de las obras maestras de Jean Pierre Melville, 'El ejercito de las sombras' (1969), una subyugante y descarnada inmersión en las tinieblas, donde la realidad no es ya más que inevitables arenas movedizas (incluidos planteamientos morales).
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