Las circunstancias pueden tensar la
cuerda de la vida, y toda tensión tiene su límite de resistencia.
La incógnita es cuál es la de cada uno. Aunque también, como nos
indica el teniente de policía Bonnabel (Barry Sullivan) en el plano
de presentación del excelente noir Tension (Id, 1949), de
John Berry, los hay, como él mismo, que saben cómo tensar la cuerda
de los demás, cómo presionarles, para llevarles a ese punto de
ruptura en el que se derrumbe la representación que han montado para
disimular los bastidores de su crimen. Una presentación que no deja
de ser una irónica variante (la tensión que desentraña lo real
tras una ficción/escenificación) de aquella variante semidocumental
del noir, predominante entonces, el procedural, de uno de los cuáles,
Orden: caza sin cuartel (1948), de Alfred L Warker (y Anthony
Mann) fue protagonista Richard Basehart (de nuevo, magnífico), en la
piel de un criminal. Si se le suma su siniestro personaje de
Robespierre en El reino del terror (1949), de Anthony Mann, la
sombra de la ambivalencia sobrevuela sobre el personaje que
interpreta en Tension, el dependiente Warren Quimby, ya que,
en principio, parece la cuerda más tensada para cometer un crimen.
Es el personaje que domina el relato en su primera mitad, hasta que
tiene lugar el asesinato (que él no ha cometido), es decir, hasta
que la cuerda de alguien se ha roto, y entra en escena Bonnabel para
tensar a cada uno de los sospechosos.
Quien tensa la cuerda, las
circunstancias de la vida, de Quimby es su esposa, Claire (Audrey
Totter), quien ya no resiste la tediosa inmovilidad en la que ha
derivado su vida con Warren, ya que no ha cumplido sus sueños,
aquellos que la sedujeron con su uniforme cuando le conoció. A lo
que aspira es a vestir abrigos de pieles y la vida a ras de suelo con
un mero dependiente de vida uniforme no parece que vaya a
posibilitarlo, con lo cual su cuerda interior se quiebra y decide
buscar a quien sí le pueda suministrar la posibilidad de vestir con
los que anhela, Barney (Lloyd Gough). Warren no es quien ella
esperaba que fuera, así que Warren, al ser abandonado (como si fuera
la cáscara vacía de un sueño malogrado), opta por construirse una
nueva identidad para tramar la satisfacción de su despecho, el
asesinato de Barney como acción desesperada para recuperar a su
esposa. Se convierte en Paul Sothern (apellido que adopta al ver en
la la portada de una revista a la actriz Ann Sothern; al fin y al
cabo, él se convierte en actor, personaje, en su vida cotidiana;
urde un guion para resarcirse vía asesinato de la frustración,
aunque ¿será capaz realmente de ejecutarlo cuando esté cara a cara
con su potencial víctima?). Irónicamente, en esa falsificación de
identidad, conocerá a alguien, Mary (Cyd Charisse), con quien se
creará un vínculo auténtico, una real conexión que no existía ya
con su esposa.
Tension se constituye en un admirable ejemplo de engranaje
impecablemente cohesionado, en el que todos sus componentes fluyen
armónicamente. Sobre un notable guión de Allen Rivkin, Berry, que
había realizado la excelente De hoy en adelante (1946), y que
realizaría, como despedida de Hoyllwod, tras ser incluido en la
lista negra, la crispada Yo amé a un asesino (1951), modula
una narración de vibrante precisión que primero juega con el
enmarañamiento de la percepción sobre quien jugó con la
posibilidad del asesinato, ya que su personaje ficticio creado se
convierte en la equívoca prueba circunstancial que le señala como
asesino, y culmina con un duelo entre dos cínicos, o dos hábiles
manipuladores del arte de tensar cuerdas ajenas, Bonnabel y Claire,
un duelo en el que se enmaraña la atracción, y en el que una puesta
en escena desmonta otra en la que no importaba sacrificar a quien
fuera para poder sobrevivir, y evitar que la vida no se tornara en
una pesadilla, y en cambio sí aún pudiera revestirse con el sueño
al que se aspiraba, aunque se topara con la reedición de una nueva
decepción. Un asesinato no dejaba de ser una variante más extrema
de un abandono. Es una ingeniosa ocurrencia de guion que sea el
engaño sobre la posible reconfiguración de un interior lo que
posibilite la confesión de quien pretendía reconfigurar el
escenario de su vida acorde a sus necesidades y deseos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario