Tesla, como su previa Experimenter (2014), dispone de entrada de un rara cualidad en el cine de hoy, la singularidad. Experimenter se centraba en otro visionario que interrogaba los límites, el psicólogo experimental Stanley Milgram (Peter Saarsgard), quien, a principió de los sesenta, efectuó unos experimentos sobre la obediencia. Su interrogante ¿Cómo los civilizados seres humanos pueden participar en actos violentos e inhumanos? ofrecía conclusiones desasosegadoras por ser nada complacientes: la clase de carácter creado en la sociedad estadounidense no sirve para aislar de la brutalidad y el tratamiento inhumano en respuesta a una autoridad malevolente. Sus reflexiones resultaron tan incómodas y controvertidas que fueron desestimadas mediante la estigmatización (como en tiempos pretéritos se condenaba a alguien por bruja). Milgram y Tesla se salían de la/lo corriente. En concreto, su mirada, su actitud, su forma de interrogarse sobre la realidad, sobre nuestra relación con la realidad, los demás y nosotros mismos. Somos criaturas de una ficción, y dos mentes como las de Tesla y Milgram exponían, ya con su misma actitud, los límites de la ficción en la que nos restringimos. Almereyda evidencia, como en Experimenter, la naturaleza de la misma ficción. Los personajes, en ocasiones, se desplazan ante fondos de decorados que recrean un entorno natural o el interior de un restaurante.
La narradora es uno de los personajes, Anne Morgan (Eve Hewson), precisamente una mujer que estuvo enamorada de él, sin ser correspondida. Un desajuste para narrar otro desajuste. Utiliza herramientas de nuestro tiempo, un ordenador, mediante el que, por ejemplo, contrasta cómo la búsqueda de Edison en Google duplica en resultados la de Tesla. Diferentes posiciones, diferentes relevancias o influencias. No es una mera peculiaridad esa combinación de elementos que pertenecen a distintas épocas. Relacionan la inspiración de Tesla con los logros tecnológicos que materializaron sus intuiciones y experimentos. En cierta secuencia, Tesla canta Everybody wants to rule the world, de Tear for fears. No vincula solo tecnología con la mente creadora visionaria sino que expone una cuestión primordial que amplía la observación de Edison sobre el esfuerzo de la mente por controlar la materia. Unos logran controlar y dominar (el escenario de) la realidad mientras que quizá otros, con más talento, quedan difuminados en segundo plano, o en las sombras. Edison fue alguien capaz de dominar el escenario de la realidad que es lo mismo que decir la empresa de la realidad. Su hábil perspectiva económica posibilitó que sí determinara la realidad, es decir, influyera y dejara huella. Una mente visionaria como Tesla quedó abocada a la singularidad, o peculiaridad, en los márgenes, como un actor secundario que jugaba con sus interrogantes, pero no dotaba de cohesión a la agudeza de sus visiones, como si quedaran desperdigadas como chispas en el arqueado lomo de un gato que se estira mientras ronronea. En la maraña de la apariencia de realidad, una ausencia, como una silla vacía en un decorado.
Tesla vivía fundamentalmente en su mente, como si viviera retirado en sus disquisiciones y exploraciones de las brechas de una realidad que no es como parece su decorado. Patinaba con sus concepciones, y a veces perdía la dirección, o no la encauzaba, como quien se ensimisma en sus especulaciones. El mismo relato juega con las especulaciones: En un par de ocasiones, se plantea una secuencia, y la narradora expone que no ocurrió de ese modo. En ambos casos, está relacionada con el dominio de la película o el relato de la realidad. Son dos secuencias en las que Tesla reprocha a Edison lo que le debe o en las que Edison reconoce sus injustos comportamientos pretéritos. Pero no acontecieron. Son dos secuencias que evidencian cómo Edison se apropió del relato de la realidad. Tesla quedó anulado, como una figura excéntrica, en los márgenes. Los márgenes de las visiones, o percepciones agudas, que sueñan lo que será. Siempre estaba mirando hacia adelante, proyectándose a sí mismo hacia el futuro. Tal vez prometió más de lo que podía cumplir. Quizá se extralimitó. Quizá el mundo que vivimos es un sueño que Tesla soñó primero.
Seguro q has leido la biografía sobre Tesla d, Echenoz. Aunque la leí hace tiempo no me hubiera sorprendido q la hubiera citado porque me parece q vendría al caso, no estoy muy seguro, tambien es cierto.
ResponderEliminarAprovecho para felicitarle x este blog q consulto cientos de veces. Muchas gracias.