El título original de El multimillonario (1960) es Let's make love (Hagamos el amor), aunque en las primeras fases de la elaboración del proyecto, cuando Gregory Peck era la opción masculina, fuera The billionaire. La idea original fue de Norman Krasna, a quien inspiró la idea ver a Burt Lancaster bailar durante la ceremonia de los Oscars. Posteriormente, aunque no aparezca acreditado, realizó varias reescrituras Arthur Miller, entonces marido de Marilyn Monroe, quien aceptó el proyecto porque, por contrato, aún tenía que protagonizar tres películas para la Fox. Peck, de hecho, abandonó el proyecto porque Monroe había exigido que su marido reelaborara el guion para ampliar, o desarrollar más, su personaje (aunque no quedara muy satisfecha con el resultado final, como tampoco Miller). El multimillonario es una vivaz comedia musical de George Cukor, en el que el juego de puestas en escena, y en concreto en las lides del amor, se convierte en su centro y motor narrativo. La idea de puesta en escena, desde diversos ángulos, era un elemento recurrente en la obra de Cukor, la idea del mundo como un escenario en el que representamos un papel, patente en otra reciente comedia musical que había realizado, la también notable Les girls (1957). En El multimillonario, de entrada, ironiza con una figura que en los 50 (vease las comedias de Jean Negulesco, por ejemplo Cómo casarse con un millonario, 1953, también con Marilyn Monroe) era recurrente, la figura de principe de cuento de hadas romantico encarnado en el potentado millonario. Sublimación romántica y consecución de lujos en un mismo paquete (hombre).
En este caso, Jean Marc ( Ives Montand) no es la figura deseada, sino quien desea, y para ello deberá cambiar de papel (lo que implica actitud), para lograr seducir a aquella de quien ha quedado prendado, Amanda, la cantante, encarnada por Marilyn Monroe, que participa en una obra de teatro que hace chanza de ciertas figuras célebres, como Elvis Presley y el billonario Jean Marc Clement.. A Jean Marc nos lo presentan como un ser arrogante, y por lo tanto susceptible si se le contraria ya que esta acostumbrado a conseguir todo lo que quiere. Al fin y al cabo, es el heredero de una estirpe de millonarios (cuyos logros económicos nos son enumerados en la introducción). En cuanto le informan de que en una obra musical que están ensayando se hace chanza de él, presentándolo como petulante casanova, decide hacer acto de presencia para conseguir que cambien de opinión, pero se queda prendado de Amanda. El azar juega a su favor y posibilita una puesta en escena como estrategia. Se aprovechará de la circunstancia de que lo confundan con un aspirante a encarnar su doble en el escenario para poder integrarse en la compañía y así poder realizar el correspondiente acercamiento. Adopta el nombre de Alexandre Dumas, con cuyas resonancias (caballerescas) juega como posible sugestión. Claro que tiene un cierto obstáculo: ella está emparejada con el cantante principal, Tony (Frankie Vaughan). Marc hará lo posible, incluso contratar a cómicos, cantantes y bailarines, encarnados por Milton Berle, Bing Crosby y Gene Kelly, para afinar las cualidades que conseguirán que sea lo que cree que a ella le atraerá. Claro que a la vez quiere que se sienta atraída por su forma de ser, no por ser el famoso millonario. Sin duda, todo un confuso cruce de identidades, papeles y representaciones. Y es que el mundo es un escenario, la cuestión es saber quiénes somos y no qué papel representamos.
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