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domingo, 17 de mayo de 2015

Mary is happy, Mary is happy

Mary (Patcha Poonpiriya) tiene que ser feliz. Es lo que se dice como una letanía. Mary quiere ser feliz. Mary es adolescente, y está cruzando el umbral para constituirse en adulta, o ese umbral en el que la imaginación, las proyecciones y expectativas, sufren una serie de colisiones que señalan que la realidad no espera tu llegada al escenario de la vida adulta para cumplimentar las ilusiones. Mary porta siempre el mismo vestuario, parece un uniforme, pero más bien equivale al traje de un astronauta, porque la realidad es extraña, y desconcertante, y cuesta enfocarla, y orientarse para trazar un mapa preciso. Sobre todo, lograr que se esté quieta, y no sea tan inestable e imprevisible. El trayecto de la extraordinaria 'Mary is happy, Mary is happy' (2013), de Nawapol Thamrongrattanarit es el trayecto que disloca la relación mediatizada con la realidad y concluye con la irrupción irremisible, e incontrolable, de lo real, de la naturaleza, como un bosque que irrumpe delante de la casa donde creciste cuando entonces, cuando eras una niña, no existía. Esa mediatización de la mirada se evidencia en el uso narrativo de los mensajes del twitter. 401 mensajes vertebran la narración. Nuestra relación con la realidad se ha ido desquiciando o distorsionado. Hay quien vive pensando cómo comentará su experiencia. Qué publicará en alguna red social, o qué mensajes intercambiará con otros. El relato de la vida es parte constitutiva de la misma, pero el desequilibrio se acentúa, el relato de la vida gana terreno, como si se sobreimpresionara sobre la misma realidad. La relación con la vida como pantalla se acrecienta, como si la mirada, de modo ya manifiesto, se relacionara con una pantalla física, mediadora, mediatizadora, complementaria pero cada vez más nuclear.
Si hay una cinematografía hoy en día que vaya por delante del resto es la thailandesa, como demuestra la obra de Apichatpong Wheerasethakul, Anocha Suwichakornpong (Mundane history, 2009) o Thamrongrattanarit, quien previamente había realizado la también espléndida '36' (2012): 36 planos correspondientes a un relato en el que se equiparaba la búsqueda de localizaciones para una película con la búsqueda del amado o amada. Una sucesión de planos fijos con los que se contrastaba la rígida, o limitada, perspectiva subjetiva con la condición escurridiza de lo real. La narración de 'Mary is happy, Mary is happy' se hace excéntrica, se disloca, como si los nexos se desajustaran. O al fin y al cabo se vive el proceso se hilar y definir unos nexos en la relación con la realidad, como si esta fuera una medusa que te paraliza, y ante la que tienes que rebelarte para encontrar tu propia mirada. La realidad está aún constituida de materia elástica, indefinida, como tu propia mirada. Los enfermeros pueden irrumpir tras que te hayas quedado en estado catatónico por consumir unas setas en pleno bosque, o en la calle cuando explota el móvil en tus manos. Como puedes aparecer tumbada en un banco junto a la Torre Eiffel o el Museo del Louvre. Intentas ser feliz, quieres ser feliz, pero no parece tan facil, la realidad se resiste, y puede ser extraña.
Comentas la realidad, pero el desajuste prima. Puedes tener la sensación de que ya irrumpen los títulos de crédito finales de tu vida cuando tu mejor amiga, Suri, te comunica que se traslada al extranjero para continuar sus estudios. Tu coprotagonista desaparece de escena, y la realidad se queda coja, como si faltara un trozo de pantalla. Necesitas cubrir ese hueco. Amas a un chico, pero cuando consigues reunir el valor para articular tus sentimientos, él te revela que no te corresponde. Y acontece sobre unas vías. La vida y sus vías muertas, direcciones inciertas, estaciones múltiples. Encrucijadas, una y otra vez, sin que dispongas de la certeza de que tomarás la elección adecuada o de que el trayecto corresponderá a las expectativas. Pero quizá la realidad te sorprenda, y se invierta la ecuación cuando menos lo esperes, y la cuestión será cómo lo encajas. Quizás tu mirada haya variado, quizás tus expectativas ya se hayan quemado como los cables de un circuito eléctrico sobrecargado. La inconsistencia define a los humanos, y por eso te encuentras con tantas vías de agua abiertas en la realidad. Y miras por la ventana, y ves un bosque donde antes no había. La vida se constituye también de muchos posibles inicios.

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