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domingo, 31 de marzo de 2013
Ingrid Bergman
Ingrid Bergman en una imagen promocional de 'La visita del rencor' (The visit, 1964), de Bernhard Wicki. Vestuario diseñado por Rene Hubert. y realizado por Nina Ricci.
Hitchcock, Balke y Sieff: Norman era Alfred.
Plácidas pausas de rodaje:Jack Lemmon, Shirley MacLaine e Ina Balke
Rostros y contrastes: Lemmon, Collins y Wagner
15 de octubre de 1961. Caffe dell'Epoca. La 'dolce vita' en su apogeo. Robert Wagner y Joan Collins posan ante las cámaras como si lo hubieran realizado desde que aún agitaban el sonajero en la cuna, mientras, a su lado, Jack Lemmon pareciera aún inmerso en su personaje de CC Baxter, aturdido aún por el catarro que había pillado por pasar la fría noche fuera de casa, en 'El apartamento' (1960),de Billy Wilder, o ensayando el alzamiento de copa y el descenso a las simas de la dentada adicción en su expresión de entumecida cogorza, para 'Días de vino y rosas' (1962), de Blake Edwards
sábado, 30 de marzo de 2013
Ingmar Bergman, Liv, la isla y su cincuenta cumpleaños
El día que nací y el sendero de baldosas de absenta hasta la trapecista más allá de Solaris
Hace cuarenta y nueve años, cinco minutos después de medianoche, me convertí en calabaza, digo, broté al mundo (con ayuda de forceps dada mi reticencia: debía estar leyendo alguna novela de Conrad en la biblioteca uterina; al fin y al cabo fue mi madre quien me propulsó hacia el entusiasmo voraz por la lectura). Durante años en aquella clínica, del Doctor Guerra (ya empecé desde entonces tocando los...susodichos), se comentó que nada más salir a este torbellino de existencia no emití los usuales gemidos sino que lancé una pregunta (con acento escocés): ¿Ha visto alguien a la trapecista?. Una vocecita, que parece sólo escuché yo, respondió que debía seguir el reguero de absenta, y que pasado Solaris, allí me encontraría con ella, y nos dedicariamos al funambulismo risueño por los evos de los evos...
viernes, 29 de marzo de 2013
Fanny y Alexander - Imágenes de un rodaje (y II)
Otras pantallas: El batería inconstante que no logró ser un beatle pero se casó con Eleanor Rigby
John Lennon, Paul McCartney, George Harrison, adolescentes en 1957, junto a Colin Fowler el primer batería del grupo, aunque no duró ni dos meses. Fue quien sugirió que se cambiarán de peinado, aunque la propuesta fue más bien accidental, cuando en estado de embriaguez (habían apostado si era capaz de meterse treinta pintas seguidas: lo logró) puso un bol (con macarrones dentro) en la cabeza de Lennon, lo que inspiró ese corte de pelo 'tazón' que les caracterizó. Fowler dejó la música, aunque realmente tampoco es que le sedujera más allá de aporrear una batería como si fuera la cabeza de su padrastro ( pero este murió cuando tenía 16 años y perdió interés en la percusión). Durante años se dedicó a suministrar palillos en los restaurantes chinos de Liverpool, ampliando su negocio a otras ciudades con el paso de los años. En los setenta reapareció para reclamar a sus antiguos compañeros la autoría de la canción 'Simpathy for the devil', pero no prosperó ya que la canción era de los Rolling stones, y no había tenido contacto alguno con ellos. Escribió un poemario, en 1979, 'Sometimes yesterday' (Algunas veces ayer), pero sólo vendió dos ejemplares (uno de ellos parece que lo tenía Mark David Chapman). Se nacionalizó iraní, aunque se trasladó a vivir a Sebastopol, donde montó una zapatería. En un congreso de zapateros, en Seul, conoció a Daniel Day Lewis, quien le propuso producir una película sobre su vida, en la que él le interpretara. Entre ambos pergeñaron un argumento titulado 'Los cordones de mi zapato izquierdo están rotos', pero no parece que entusiasmara la idea a ningún Estudio. Uno de sus sobrinos, que fue popular delantero del Liverpool, le financió una peluquería en Liverpool, porque su idea era propulsar un revival de peinado 'tazón'. La propuesta llegó a oidos de los productores de la serie 'The bing bang theory', que lo propusieron como peinado de uno de los personajes fijos. Gracias a la peluquería, ya que un día entró para hacerse un cardado, se reencontraría con la que se convertiría en su esposa, a la que no veía desde su adolescencia, Eleanor Rigby.
jueves, 28 de marzo de 2013
Atrapa a un ladrón - Imágenes de un rodaje (y II)
Plácidas pausas de rodaje: Rock Hudson y Dorothy Malone
La Arcadia es una maqueta: Hudson, Wyman, Sólo el cielo lo sabe
Rock Hudson y Jane Wyman y las maquetas del escenario de la particular Arcadia, en la extraordinaria 'Sólo el cielo lo sabe' (Heaven only allows, 1955), de Douglas Sirk, en la que sus personajes encontrarán la realización de su amor, lejos de las prisiones mentales de las llamadas criaturas civilizadas que no aceptaban que una viuda viviera un amor con un hombre más joven, y de clase inferior, en vez de resignarse a la vida amorfa de una vida por delegación ante el televisor y como sirvienta de sus hijos
Obsesión
Merrick (Rock Hudson) es un huracán, como se llama la motora fuera borda que conduce a gran velocidad en el lago. Merrick es alguien que atropella la vida. Arrollador, desafía los límites porque para él no los hay, imprudente, despreocupado de las otras vidas, e incluso de la propia, como refleja el grave accidente que sufre con la motora. Su padre murió a los 42 años, y él no piensa desperdiciar ningún segundo de su vida, lo que implica que anteponga su satisfacción a cualquier otra consideración (es decir, los otros, figuras que se difuminan por la velocidad que imprime a su vida; se confunden con el paisaje, y por ello pueden ser arrollados también). De la misma forma que él aprieta el acelerador, y degusta el exceso que arrasa la vida sin discriminación, la propia vida, con sus intrincados hilos, los hilvanará del modo más retorcido, y se convertirá en una maraña que atrapará a Merrick para liberarle. Una maraña irónica que inflige un suplicio para hallar la luz, para encontrarse en otro.
Los azares se concatenarán del modo más delirante, desquiciado en su cúmulo de coincidencias, que propiciará una deriva que se transformará en círculo: Merrick se convertirá en lo que había matado con su inconsciencia. Se convertirá en aquel cuya muerte provoca al necesitar el aparato reanimador tras el accidente. El doctor Philips fallece porque no dispone de ese aparato cuando sufre un nuevo infarto. El doctor Philips es su opuesto, alguien dedicado a los demás, de tal modo que casi ha dejado sin dinero a su viuda, Helen (Jane Wyman) y su hija Joyce (Barbara Rush). Alguien que ha encontrado la ‘realización’, entregándose a los demás. Paradojas, ironías: Merrick se sentirá atraído por la viuda, y al saber que él vive ‘en lugar’ del doctor, intenta contrarrestar, rectificar, pero su generosidad, torpe, será arrolladora, y propiciará que Helen sufra un accidente, un atropello, que la deja ciega.
Cegueras. El que era ciego (irresponsable, inconsciente), Merrick, comienza a ver, comienza a mirar a su alrededor, a fijarse en los demás. Su identidad, su yo, su ego, se desvanece, y como primer paso para convertirse en otro, se presenta como otro. Para Helen no será Merrick, no puede ser lo que éste representa, esa pantalla que le convierte en causante de muerte y accidente. Ahora es Robby, el hombre generoso que no busca recompensa, que la ayuda, incluso consiguiendo que los tres mejores oftalmólogos europeos atiendan a Helen. ¿No es todo un delirio que consigas que te ame, ahora que está ciega, la mujer que te odiaba cuando te veía? Sombras, tinieblas: la secuencia en la que Helen erra por su piso tras que los médicos le hayan notificado que no ven posible una cura o solución de modo inmediato. Las sombras de la impotencia, que se iluminan fugazmente por la reaparición de Merrick, quien también sigue cautivo de las sombras. Ella no le ve, pero ahora le ve mejor, aunque también porque él ha comenzado a ser otro. Pero ¿cómo se puede conjugar ambas imágenes, ambas pantallas, la que fue, y la que es, o se está gestando en su proceso de transformación?
Merrick que desafiaba al tiempo, a lo finito, como quien niega a la muerte, ahora habita el tiempo; las canas dominan su cabello, como en su consciencia ya es alguien que ya no corre, sino que ha atemperado su paso, lo ha ajustado, acompasado, al de los demás. Reflejos, transferencias. Se convierte en médico, como si fuera el relevo o sustituto del doctor Philips. Iluminado por quien representa la luz que le ha sembrado para ser otro diferente, el pintor Randolph (Otto Kruger), aquel que sabe ver, aquel que aprendió a ver, gracias a Philips, y que le inyecta el valor de la magnífica obsesión al que alude el título original, de la adaptación de la novela de Lloyd C Douglas, ‘Obsesión’ (Magnificent obsesion, 1954), de Douglas Sirk, la de entregarse y servir a los demás, como realización vital, como luz de vida. La entrega no arrolla, no convierte a los otros en figuras borrosas.
El círculo se cierra: en la mesa de operaciones dota de posibilidad de recobrar la luz a la mirada de Helen, como a sí mismo se ha dotado de luz en su mirada. La transformación se ha realizado, ha culminado. Ahora ella puede verle, ahora él puede ser mirado. Merrick ha resucitado, es otro, sustituto (reemplazo simbólico) del doctor Philips, en dedicación y amor (realiza su tarea, como médico, ama a la mujer que aquel amó, y es correspondido también). Ya no sólo Merrick vive ‘en lugar’ de Philips. Este vive en Merrick, como si hubiéramos asistido a la gestación de una posesión, una posesión más viene luminosa, divina.
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