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lunes, 8 de julio de 2019
Lo mejor del primer semestre 2019
10. The old man & the gun, de David Lowery. Alt. La ceniza es el más puro blanco, de Jia Zhang Ke, Los hermanos Sisters, de Jacques Audiard, La sombra del pasado, de Florian Von Donnersmark, La caída del imperio americano, de Denys Arcand.
9. Touch me not, de Adina Pintilie.
8. La mujer de la montaña, de Benedikt Erlingson.
7. Mula, de Clint Eastwood.
6. Un hombre fiel, de Louis Garrel.
5. La corresponsal, de Matthew Heineman.
4. Donbass, de Sergei Lonitsa.
3. La tragedia de Peterloo, de Mike Leigh.
2. El bailarín, de Ralph Fiennes.
1. Glass, de M Night Shyamalan.
Jose María Latorre, uno de los mejores crítico (en cuanto persona que reflexiona) que ha habido en este país, se quejaba en cierta ocasión de que a los espectadores de las películas, en general, ante todo les preocupa la historia. Para el espectador medio no existe el lenguaje. Como mucho, en la vertiente formal, les importa, como motivo de fascinación, el impacto de unos efectos visuales, o algún particular alarde técnico. Si este apartado resulta insuficiente, e incluso puede resultar irrisorio, la película pierde toda consideración. Por eso, el cine pretérito, en general, no les interesa como cualquier producto al que se le ha pasado la fecha de caducidad. También hay cierto tipo de espectador al que le importa sobre todo el tema, y aún más especificamente, el posicionamiento ante ese tema, que debe detectar claro y nítido, para que su susceptiblidad no haga saltar la alarma por lo que percibe como demasiado ambiguo o equívoco, por lo que, incluso, puede interpretar un posicionamento opuesto. Como un control de aduanas, unos ejercen la actividad policial del control de los efectos visuales dignos y otros del posicionamiento manifiesto, como los hay con respecto a la historia que ejercen el control policial del verosímil (incluso pueden desvalorizar una película porque no comparten la forma de actuar o reaccionar de algún personaje). En esa frecuencia de onda, no muy lejana a los que priorizan como aspecto fundamental de interés el tema (si no es el propósito vertebrador de la película, o no logran discernirlo, se devalúa su interés), están otro tipo de esnobs, aquellos que se embelesan con los alardes formales generalmente asociados con cierta heterodoxia de representación cinematográfica. Ya el mismo hecho de que se desmarquen del lenguaje convencional, el que que acepta y demanda el espectador medio, no dando relevancia primordial a trama e incluso caracterización de personajes, les otorga un valor añadido. Como variante de esta tendencia están los que valoran preferentemente cualquier perspectiva nihilista o catastrófica, que asocian con la realista. Por eso, con respecto a la anterior variante, la formalista, este año han suscitado en ciertos círculos cinéfilos tanto entusiasmo La portugesa o Largo viaje hacia la noche, y en cuanto a la segunda, sigue siendo tan aplaudido Lars Von Trier, como ha vuelto a ejemplificar con La casa que construyó Jack. Las tres son algunas de las películas más sobredimensionadas de este año, que probablemente hayan ignorado buena parte de los entusiastas del cine de superhéroes, que disfrutan de los vínculos argumentales entre unas y otras como los espectadores de los culebrones de toda la vida. Otra de las más sobredimensionadas ha sido Dolor y gloria. Se podría sospechar de ese entusiasmo tan extendido en nuestro país, pero también parece que se comparte más allá de nuestras fronteras. En este caso, no hay ni siquiera apoyatura de peculiaridad formal, más bien desaliño.
En cambio, no me parece que hayan generado conversación, o demasiados entusiasmos, obras como La batalla de Peterloo, Donbass o La mujer de la montaña. Conjugan ingenio expresivo, coherencia estílistica (encuadres como retablos; planos secuencias que no se deleitan en su alarde técnico, o rupturas del verosímil con la inclusión de los intérpretes de la banda sonora), y puesta en cuestión de nuestra relación con un conjunto social, nuestra posición e implicación en el mismo, sea la sociedad que sea. ¿Quién nos representa o por qué nos representa quien nos representa y en qué medida nos reflejan?¿cuál es realmente nuestra evolución como seres humanos cuando tan fácilmente, en ciertas circunstancias críticas del equilibro social, se manifiestan de modo tan ostentoso nuestro virulento primitivismo?¿En qué medida estamos comprometidos o nos importa el estado del medio ambiente, de nuestro entorno, en qué medida priorizamos nuestra comodidad o parcela particular a la degradación del entorno?. Al respecto, también son incisivas La ceniza es el blanco más puro, El declive del imperio americano o La sombra del pasado. En otro contexto, el estadounidense, aunque hasta ahora, este año, haya proporcionado escasas obras de sustancial interés, nos interrogan sobre nuestro modo o enfoque de vida, como es el caso de Glass, Mula o Old man & the gun. ¿Por qué nos dejamos tan fácilmente sugestionar y modelar como seres intercambiables, por qué descuidamos con tanta facilidad nuestro ecosistema emocional, los diversos vínculos afectivos, y priorizamos nuestra condición de personajes virtuales en una ficción particular, por qué tan fácilmente encorvamos el gesto y asumimos una estructura de vida como inevitable con su serie de casillas o compartimentos hasta que, quizás, un día nos demos cuenta de que no hemos vivido de acuerdo a nuestras elecciones personales sino de acuerdo a lo que se suponía que se debía hacer? Al respecto de esta última, es un poco descorazonador que ante todo se centraran los comentarios sobre esta excelente obra de David Lowery en su condición mero homenaje a Robert Redford. ¿Mera desidia, no poseía en su apariencia los atributos que le hubieran conferido pedigrí?. Hay películas que con agudeza, y falta de complacencia, nos han interrogado sobre nuestras inconsistencias, inseguridades y veleidades sentimentales, como Un hombre infiel o Touch me not. Y ha habido dos excelentes películas sobre la necesaria forma de mirar la realidad, a nosotros mismos, La corresponsal, un sobrecogedor retrato de una mirada que mira de frente, como si fuera nuestra delegada mientras nos encorvamos entre tantas pantallas y cuadrículas de vida con burbuja protectora. ¿Por eso ha suscitado tan poca atención?, y El bailarín, o anatomía de una mirada singular, inconformista, que no se pliega a un molde, una mirada que siempre mira más allá, una mirada que desea aprender, una mirada, por tanto, que no se restringe al molde de realidad en el que que se le intenta ajustar, un molde de conducta y sobre todo actitud. Sin que se deje de reflejar que, como cualquiera, es una mirada que no carece de sombras (que superar).
Mejor actriz: Rosamund Pike (La corresponsal), Halldóra Geirharðsdóttir (La mujer de la montaña) Juliete Binoche (Clara y Claire), Zhao Tao (La ceniza es el blanco más puro, Maggie Gyllenhaal (La profesora de parvulario). Alt: Chulpan Khamatova (El bailarín), Sarah Paulson (Glass), Vera Farmiga (Godzilla: rey de los monstruos),
Mejor actor: John C Reilly (Los hermanos Sisters), Viggo Mortensen (Green book), Marsehala Ali (Green book), Christian Bale (El vicio del poder), Steve Carell (Bienvenido a Marwen). Alt: Louis Garrel (Un hombre fiel), Ralph Fiennes (El bailarín), Tom Schilling (La sombra del pasado).
Mejor guión: El bailarín (David Hare), La tragedia de Peterloo (Mike Leigh), La mujer de la montaña (Ólafur Egilsson, Benedikt Erlingsson), Un hombre fiel (Louis Garrel, Jean Claude Carriere), Bienvenido a Marwen (Caroline Thompson, Robert Zemeckis). Alt: Glass (M Night Shyamalan), La caída del imperio americano (Denys Arcand), Gracias a Dios (Francois Ozon).
Mejor dirección fotográfica: El bailarín (Mike Eley), Un hombre fiel (Irina Lubtchanky), The old man & the gun (Joe Anderson), La tragedia de Peterloo (Dick Pope), La sombra del pasado (Caleb Deschanel). Alt: Los hermanos Sisters (Benoit Debie), Sombra (Xiaoding Zhiao), Touch me not (George Chiper).
Mejor montaje: Glass (Luke Ciarrochi, Blu Murray), El bailarín (Barney Pilling), Donbass (Danielius Kokanauskis), La tragedía de Peterloo (Jon Gregory), The old man & the gun (Lisa Zeno Churgin). Alt: La corresponsal (Nick Fenton), Mula (Joel Cox), Un hombre fiel (Joelle Hache).
Mejor banda sonora: The old man & the gun (Daniel Hart), La sombra del pasado (Max Richter), Los hermanos Sisters (Alexandre Desplat), La corresponsal (H Scott Salinas), Emboscada final (Thomas Newman), Alt: Glass (West Thordson), Tolkien (Thomas Newman)
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