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jueves, 28 de agosto de 2025

John Sturges durante el rodaje de Mares de arena


En la excelente Mares de arena (1949), última película de John Sturges bajo contrato con Columbia, y su primer notable éxito, las dunas cambiantes del desierto adquieren notoriedad física pero también metafórica, Representa cómo la realidad puede cambiar y posibilitar el descubrimiento de un oro enterrado, o la percepción de otro escenario de realidad, por ejemplo, cómo la desaparición de quien amabas años atrás no tenía que ver con lo que pensabas. Se puede alterar la configuración (comprensión) de la realidad (o de nuestro discernimiento) por disponer de nueva información o acceder a otros ángulos que ignorábamos. Variaciones y modificaciones imprevistas del escenario de la realidad, según lo que se omite, distorsiona o percibe. Lo que se entierra y desentierra, por voluntad o por azar. Esa mutabilidad, o cualidad fluctuante, relaciona la realidad con las fronteras, también variables, no sólo geográficas, sino, sobre todo, las que establecen los deseos y las emociones, las necesidades y las expectativas, las inseguridades y las vanidades, los temores y las cautelas. Varía la concepción de escenario de realidad, se alteran sus contornos, límites de encuadre, en buena medida porque los vientos de los imprevistos cruces, de las imprevisibles revelaciones, modifican la apariencia, condición, del escenario de realidad. 

En La captura (1950), la película que realizó en la RKO, antes de iniciar su contrato con la Metro, un hombre que alza un brazo pero no el otro no tiene porqué implicar amenaza. El protagonista pensaba que aquel hombre que mató alzaba solo un brazo porque se disponía a usar un arma pero era porque tenía el brazo herido. Durante la evocación de los hechos, el protagonista no deja de reflexionar sobre sus propios impulsos y reacciones, sobre qué fue lo que le determinó a tomar una decisión, o actuar de un modo, que luego derivaría en un error. La ofuscación perceptiva está causada por el sentimiento de culpa, por los remordimientos. Por apresurarse en su reacción, mató a un hombre que creía que podía ser una amenaza. Primero, la culpa parece enmarañar su atracción por la esposa de ese hombre que mató. Cuando perciba con precisión lo que siente por ella y, además, que la relación entre ella y el muerto no era tan armoniosa, y que ella parece también sentir una atracción por él, se planteará si quizá los hechos pretéritos no fueran como parecían. Quizá, incluso, aquel hombre que mató no fuera el autor del robo. Quizá todo se distorsionó mediante alguna escenificación interesada. Hasta ese momento, las turbulencias de sus sentimientos impedían enfocar sobre ese ángulo, sobre el real papel de aquel hombre en relación al robo, ya que, para él, su papel, o lo que representaba, era el sentimiento de culpa que le generaba. En La sirena de aguas verdes (1955), una película que la Metro le permitió realizar para Howard Hughes gracias al éxito de Fort Bravo (1953), un astrolabio adquiere relevancia metafórica. La posible indicación de un tesoro hundido, de cariz religioso (con las resonancias simbólicas de lo excepcional: símbolo de destino), se encuentra en una inscripción en el astrolabio, el cual creía el protagonista que lo había encontrado en otro barco hundido, pero su amigo reconoce que era él quien lo había depositado como táctica persuasiva para que se uniera a la búsqueda aportando todo su dinero. No era, por tanto, un signo que advertir o descifrar, una señal del destino, sino un recurso de puesta en escena. Y aun así, lo que parecía ilusorio, por combinaciones imprevistas, quizá direccione del modo más adecuado. El engaño, o la escenificación, parece que, ironía, revela la posibilidad real de una riqueza mayor. ¿Era una señal, un espejismo, una casual concatenación de circunstancias? ¿Hay un destino, sincronías, o solo nuestras pericias y artimañas enfrentadas a los imprevistos de lo aleatorio?  El astrolabio para orientarse en las coordenadas de la realidad es también imprevisible, escurridizo y difuso. El obcecado propósito del protagonista pondrá en peligro la vida de su amigo y de la mujer que ama por la consecución de un tesoro que le libere de una vida suspendida en la permanente precariedad, actitud que conecta con la del protagonista de Cruce de derecha (1950) y con los que en Mares de arena buscan el oro para salir de su también vida precaria. Cuestiones desarrolladas en John Sturges. La mirada ecuánime o depende de a qué se llame mirar (Providence).

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