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lunes, 30 de octubre de 2023

Tierra generosa

 

En el cine de Tourneur la certeza está desterrada. Como dice un personaje de Tierra generosa ( Canyon passage, 1946), lo que ves puede ser no verdad. Con el cine de Tourneur siempre hay que ir más allá de sus apariencias. Como la realidad, tiene diversas capas que hay que advertir. De hecho, al protagonista, Logan (Dana Andrew), le caracteriza que le gusta ver las cosas con claras, con precisión. En las primeras secuencias vemos a Logan llegar a Portland, y desplazarse entre calles embarradas, cuando va recoger al banco su dinero. Una condición espacial que ya anticipa esa difusa o movediza naturaleza de la realidad o de algunos humanos. Poco después, mientras duerme, será atacado por alguien que quiere robárselo, con quien forcejeara entre las sombras. Intuye quién es aunque no le viera, pero como indicará a Lucy (Susan Hayward), no Se puede condenar a nadie si no hay prueba irrefutable. De los lodazales de ese poblado pasaremos a los luminosos y coloridos espacios abiertos. Logan es un hombre emprendedor que ambiciona crear una red de transportes (construir una civilización es fomentar la comunicación; del mismo modo, los habitantes de un pueblo ayudarán a una pareja que se va a casar a construir su casa; durante esa construcción un par de parejas en posible formación comparten sus enfoques sobre cómo se construye una relación, cómo se afianza, para lo que es fundamental compartir mismos enfoques de modo de vida). Pero Logan seguirá forcejeando con sus sombras. Estas son dos, su amigo Camrose (Brian Donlevy), alguien dominado por la inconstancia, y aburrido con su vida: administra el oro que otros encuentran, pero parece que faltara el oro del estímulo vital en su vida; pese a estar enamorado de Lucy, siente que debería cambiar de dinámica o escenario de vida, a diferencia de Logan; por eso es adicto al juego ( como quien espera que la suerte le sonría, sin que tenga que realizar esfuerzo). Cuando le pregunta a la mujer del tahúr con quien apuesta, y pierde, por qué no le aprecia, ésta le responde con otra interrogación, ¿Por qué no se quiere a sí mismo?

La otra sombra es la representación del bruto obtuso, la de quien quiere imponerse a los demás por la fuerza, Bragg (Ward Bond), precisamente quien le atacó en las sombras de la noche, y con quien disputará otra descarnada pelea. Ambos personajes, o contrapuntos de Logan, quedan asociados por el uso de la elipsis en los respectivos asesinatos que cometen. Uno cuando se acerca a quien puede dejar en evidencia que se está apropiando del oro que supuestamente guarda en su banco ( y que usa para sus partidas de cartas). El otro cuando se acerca a una joven india que ve nadando en un lago, lo que suscitará que la tribu india, con la que se mantenía una conciliada relación de convivencia, decida vengarse atacando a las diversas casas aisladas (la violencia engendra violencia). Entremedias, antimateria de los anhelos de construcción sostenida sobre la solidaridad, está la actitud del tahur (que no cesa de toser; corrupto física como moralmente), quien, cuando le preguntan para él quién es un amigo, contesta que cualquiera que considere que el ser humano es un terrible error.

Además de la exquisita dirección de fotografía de Edward Cronjager, con un cautivador uso de la paleta cromática, son frecuentes los ingeniosos detalles de puesta en escena como ciertas transiciones. Logan comenta en un almacén que tiene que comprarse una camisa; la cámara encuadra una; elipsis: vemos la camisa que usaba en una silla de su habitación y cómo porta la nueva. O el encuadre que cierra la hermosa secuencia citada en que todos ayudan a construir una casa; la cámara encuadra la herradura que clavan en su porche; elipsis: la cámara desciende desde la herradura, mientras oímos cómo están casando a la joven pareja (posteriormente, cuando los indios maten a ambos, un plano detalle destacará la herradura de la (supuesta) suerte).Y, por último, aunque muchas más sutilezas se podrían extraer, esa feérica utilización del paisaje, como ese tupido bosque de grandes árboles (espesura en donde difícil resulta percibir quién es tu amenaza) en el que el retorcido Bragg intentará matar a Logan. El final es esplendoroso, un reinicio para Logan, tras lidiar con las sombras, integrado en movimiento en la amplitud del paisaje, camino de un nuevo intento de expansión, de construir horizontes. Tierra generosa es otro afinado ejemplo de la sutileza de este cineasta que con tal complejidad desmontó cualquier certeza en su cine. En las secuencias finales Logan remarcará cuán fina es la línea que separa lo que podría ser de lo que es. Durante la narración ha quedado patente, en las variaciones de parejas, o intereses, cómo puede variar el curso de una vida por un acontecimiento o una errónea decisión. O cómo una mirada depredadora de deseo a un cuerpo puede desencadenar toda una sucesión de matanzas de cuerpos que nada tenían que ver con aquella mirada codiciosa. Por eso esta singular obra fluye con una narrativa descentrada, según qué personajes dominan los diversos pasajes (con sus contradicciones, ofuscaciones, dudas o presunciones), y con esa mirada observadora, cual comodín, que representa el cantante Hi (Hoagy Carmichael), una narrativa bajo la que subyace una armonía de sutiles asociaciones.

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