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martes, 10 de septiembre de 2013
Grizzly man
El propósito de Werner Herzog en 'Grizzly man' (2005), no es retratar, reflejar, la naturaleza salvaje, sino a nosotros mismos. Y lo hace a través de un reflejo, Timothy Treadwell, con el que él mismo se contrasta. Porque este es un documental de reflejos, pasajes de un diario íntimo a través las peripecias de otro. Para Herzog, Treadwell,es alguien que cree en la armonía posible, o la busca denodadamente, busca la conciliación a través de su relación, establecida (o que intentó establecer) durante trece años, con los osos de Alaska (en el Parque Nacional de Katmai). Herzog cree o piensa que la vida es caos. Para Treadwell, los osos representan un misterio al que intentar acceder, o un misterio que amplifica nuestra constreñida relación con nuestro entorno. Para Herzog, la mirada de un oso meramente refleja que su propósito en la vida se reduce a comer. Treadwell fue un actor frustrado. Se presentó a unas pruebas de la serie Cheers para conseguir el papel que sería para Woody Harrelson. Su vida cayó en picado, y siguió en la búsqueda del papel de su vida, inventándose biografías, identidades, hasta que su vida se enfocó en el propósito de convertirse en un oso. De ser un oso. Y se decidió a romper las separaciones, las distancias y los límite. Del mismo modo que no se permite acercarse a menos de 60 metros de un oso, Treadwell transgredió lo que se supone debe ser. Treadwell había encontrado su escenario, en el que no sólo era actor, sino también guionista y director. Aunque la naturaleza no admite directores mucho tiempo.
Treadwell, durante trece años, vivía cada año, durante unos meses, junto a aquellos osos, como si fueran su familía. Y unos zorros, sus mascotas (un hermoso equivalente perruno o gatuno). Y se dedicó a una lucha, como si fuera su misión en la vida. Creó la fundación Grizzly people, y difundió el espeto por la vida de los osos, y la naturaleza (salvaje) Treadwell tenía algo del personaje de Woody en Cheers, su ingenuidad, y cierta extravagancia que parecía lindar con la enajenación (aún más remarcado en otros personajes un tanto extremos que Harrelson encarnó, con Stone, Forman o Levinson). Quizá, como Herzog apunta, reflejo de ese caos que anidaba en él, y que determinaba ese comportamiento temerario o imprudente. Treadwell dormía en la tienda de campaña con su oso de peluche. Era como un niño que quiere vivir en su fantasía, en un recreo perpetuo.
También Treadwell me recordaba a Owen Wilson, por su peinado, por su aire de personaje de comedia desubicado en un drama. Desde luego, desubicado. Quizá Woody Allen le eligió para protagonizar 'Midnight in Paris' tras ver a Treadwell 'Grizzly men', porque, del mismo modo que el escritor que encarna Wilson tiene idealizado el París de los años 20, y considera aquel ambiente bohemio y artístico como el sueño que quisiera habitar, del que formar parte, Treadwell también idealiza esta vida, como si fuera posible romper unos límites y ser parte de ese entorno, ser uno de los otros, ser un oso, que implica no ser en la vida que rechaza. Porque también es una fuga, como si saliera rebotado de su colisión con una sociedad, con una dinámica de vida, en la que no se siente integrado, que le repele. Treadwell juega con la muerte, desafía a la vida. No deja de repetir cómo, si cometiera un mínimo error, un torpe e inapropiado gesto, podría ser muerto, mutilado y descabezado por un oso. Quiso sentirse alguien, siendo lo imposible, haciendo equilibrios mirando al abismo, a los ojos de la bestia que en cualquier momento pueden convertirse en garras y dientes. Su combate duró trece asaltos.
Herzog es la voz que narra, pero también comenta y reflexiona. Destaca la magia de la elaboración de un documental, cuando irrumpe lo imprevisto, como unos zorros en el encuadre, entre Treadwell y un oso, o cuando se capta en un vacío la inmensidad de una belleza fugaz. Hay cierta sensación de asistir a una ficción. No es de extrañar que en el momento de su estreno se preguntaran si era falso documental. Desde luego, Treadwell se conduce, en sus grabaciones, como si fuera un actor, como si fuera el protagonista de una escenificación, histrionismo que no disimula una desesperación. A medida que progresa 'Grizzly man' se acrecienta la condición de personaje, de construcción ficticia, de actor, del retratado, de Treadwell, y se hace cada vez más presente el yo de Herzog, derivando en una compleja y ambivalente dinámica donde el él y el yo se contrastan, diferencian e identifican.
La muerte de Treadwell refleja un fracaso, un abismo que se reserva a un desolador fuera de campo, porque Herzog opta por no compartir lo que le vemos escuchar a él junto quien fue pareja y colaboradora anterior de Treadwell, Jewel Palovak: los gritos de Philip y su novia cuando fueron atacados por el oso (de hecho, le dice a ella que nunca lo haga, que destruya esa cinta. En cierto pasaje, Treadwell se muestra desolado por la muerte de una cría de zorro, o al descubrir la pata de una cría de oso (muerto por un macho para poder fornicar con la hembra).Aunque Herzog no comparta la consternación o el sobrecogimiento de Treadwell, quien no logra encajar esa brutalidad, ya que Herzog piensa que la depredación es parte consustancial de la naturaleza, el cineasta alemán evita mostrar su muerte. Refleja su rastro, sus huellas, a través del relato de quien le encontró, a través de los huesos del oso que le devoró, devorado a su vez por otros osos, tras ser abatido por el grupo que buscaba a Treadwell. Aunque Herzog crea que la vida es caos, visibilizar, o hacer audible, la tragedia, el fracaso, la muerte de Treadwell, hubiera sido como rendirse al caos, no dejar un resquicio a lo posible, aunque sea con la extraviada mirada de un niño que no creció del todo y quiso ser algo que le hiciera sentir infinito. Sentir que el infinito puede ser tocado con las yemas de los dedos, en la mirada de un oso, en la piel de un zorro que acaricias.
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