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miércoles, 10 de agosto de 2016

Siete psicópatas

Marty (Colin Farrell) intenta escribir un guión que se titula 'Siete psicópatas', pero está bloqueado. Intenta escribir un guión sobre psicópatas que carezca de violencia y en cambio transmita sentimientos pacíficos, armónicos, por eso su primer psicópata no sabe si describirlo como budista o amish, hasta que se decide por cuáquero. Está bloqueado y en colisión con la realidad, no se puede calificar su relación con esta como armónica, por eso su guión se sustenta sobre la contradicción, como quien intenta que la realidad sea como no es. 'Siete psicópatas' (Seven psycopaths, 2013), la película de Martin McDonagh se centra en un guionista que roba sus ideas alrededor, porque no las encuentra en sí, y aún más las roba a sus amigos Billy (Sam Rockwell) y Hans (Christopher Walken), quienes se dedican a robar perros para ganarse la vida gracias a la recompensa de los dueños cuando se los devuelven como si los hubieran encontrado. Marty también presenta las ideas ajenas como si se le hubieran ocurrido a él. Y no se define precisamente por su sagacidad perceptiva: no es capaz de ver que uno de sus amigos es un psicópata asesino y el otro inspiración de un relato sobre un psicópata, o lo que de modo impreciso califica como tal. La imprecisión define la vida y la mirada de Marty, ¿cómo va alograr hilvanar un guión coherente si el guión de su vida se define por la imprecisión?
Billy y Hans se apellidan respectivamente Bickle, como el personaje de De Niro en 'Taxi driver' (1976), de Martin Scorsese; también habla ante el espejo y su trastorno no difiere del suyo. Cada uno vive su película, o necesita que la realidad se asemeje a una película que se amolde a sus deseos: Billy necesita que pasen cosas, que haya tiroteos y muertes, sea en la realidad, con los asesinatos que comete, o en las escenas que imagina para el guión. En cambio, Marty no sabe qué hacer con su vida, ni con su cabeza, en suma, con qué relato perfilar su vida, emborronado o desdibujado en la indecisión, como en la misma relación con su novia. Como con su idea de un psicópata vietnamita con hábito de sacerdote que se encuentra en una habitación con una prostituta, tan indefinido e incoherente, como se siente él, o siente su relación (borracho, sin ser consciente de ello, desprecia a su novia con la calificación de `puta`). Marty no sabe cómo es su vida alrededor, roba de sus amigos las ideas, pero ignora que uno. Billy, es el psicópata que la prensa califica como 'Jota diamantes' (por la carta que sobre los cuerpos de quienes asesina). y el otro, Hans, es la inspiración del psicópata cuáquero, precisamente a través de un relato compartido por Billy. Hans de hecho se apellida Kieslowski, la tragedia domina su vida, la muerte de su hija que determinó la persecución de su asesino, en el presente la muerte de su esposa. Más que un psicópata se diría que es una víctima de las circunstancias, pero ya se sabe que los relatos pueden ser equívocos o imprecisos, a veces el ángulo no es el certero.
Esta película es escurridiza, como un cruce entre Scorsese y Kieslowski, tan extraña, y desconcertante, en su desarrollo y condición, como la anterior, y excelente obra, de McDonagh, 'Escondidos en Brujas'. En ambas el espacio es un personaje más, allí, con otra historia de asesinos, aunque de encargo, en Brujas coincidían diversos tiempos por la misma combinación de edificaciones pertenecientes a diferentes siglos, como se confundía la misma ficción con la realidad, acentuada con el rodaje que tiene lugar en sus calles. En 'Siete psicopátas' no prima la oscuridad sino la luz, pero esta es engañosa, además,el desierto no deja de parecer una extensión de la misma urbe de Los ángeles. Marty parece que quisiera realizar un guión que se acerque más a esos relatos en los que aparentemente, en cuanto acontecimientos de trama, no parece pasar nada, como en el cine de Kieslowski, mientras que Billy aboga por el cien de Scorsese en el que no parece que dejen de pasar acontecimientos, uno aboga por la contención y el otro por la exuberancia, uno por la melancolía y el otro por la desmesura. Se escenifican los relatos para el guión, los que se les ocurren a uno y otro, del mismo modo que las decisiones en el guión y la realidad se confunden. Marty aboga por un tercer acto que contraríe las expectativas convencionales, y en vez de tiroteos derive en conversación entre personajes en el desierto, y así es, y Marty, Billy y Hans terminan en el desierto dirimiendo las posibles líneas de guión a la vez que a la espera de dirimir el conflicto con Costello (Woody Harrelson), el gangster dueño del perro Shi tzu que aún tienen en su posesión, y que es otro de esos siete psicópatas, el perro no, sino Costello, ya que el perro mira a los humanos como la mirada que ajena que no se preocupa de lo que les apremia, desespera, aflige o inquieta. Es la mirada pacífica, quizás budista, o de amish, la actitud que intenta integrar en su vida Marty. Y sí, en el desierto, hablan, sí, pero no hay desierto de acontecimientos, porque no faltan tiroteos, aunque quizás no tengan el desarrollo esperado, ni la conclusión convencional.
Esta es una fábula: hay perros, conejos (como el que porta el personaje de Ton Waits, asesino en serie de asesinos en serie, incluido el asesino del Zodiaco que convivía con decenas de conejos), y entre otros animales, por supuesto, los humanos. Es una obra sobre la vida como relato, sobre la creación de relatos, sobre la vida como proceso de inventar y gestar relatos con la propia vida, o sobre la incapacidad de crear un relato, y quedarse inmóvil, atascado en las contradicciones, y por tanto en la irresolución, como el propio Marty. Y, por tanto, es una película sobre el placer de generar relatos. Y la asunción de que los relatos no pueden negar los accidentes ni la muerte. El relato de la conclusión climática ideada por Billy transcurre en un cementerio en el que confluyen todos los personajes, como si el mismo Marty diera rienda suelta a su impotencia y frustración ( su novia acribillada). Marty y Hans se dejan matar, como si así se tacharan del papel, como si así la negación se tachara de la mirada de Marty a la vez que este comienza a mirar alrededor en vez de quedarse atorado en su ensimismamiento. Marty se desbloquea, asume que la realidad sangra y duele, y enmudece la mirada con las sombras que saben de la pérdida. Es mudez que impulsa la exuberancia de la invención. Es un relato a través del espejo, por eso el asesino en serie que asesinaba asesinos en serie porta un conejo blanco. No es budista o amish, pero no deja de ser una singular paradoja, y la vida ante todo se define por las paradojas, mientras los comunes animales humanos bregan con las contradicciones. Y los reflejos en los relatos, en ocasiones, si se sabe mirar alrededor, con la sabiduría de la mirada periférica, pueden ayudar a resolverlas. Por eso, hay conclusiones que son un principio. Carter Burwell entrega una banda sonora tan estupenda como la que compuso para la obra anterior de Martin McDonagh, 'Escondido en Brujas'.

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