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domingo, 20 de diciembre de 2009

Enemigos públicos

Hay que reconocerle al cesar lo que es del cesar. Michael Mann consigue lo que pocos hoy en día, hacer de la narración pura experiencia de nervatura a flor de piel. Ha depurado ciertos amaneramientos formales que podían lastrar, sobre todo cuando enfocaba a los personajes, caso de Heat donde las brillantes secuencias de acción destacaban sobre ciertas secuencias íntimas donde pesaba un cierto toque postal visual. Con Collateral logró su obra maestra, prodigio narrativo de sutil tramado conceptual, el equilibrio entre las partes, integrando en su universo expresivo esa herencia del cine del gran Jean Pierre Melville. En Enemigos públicos traza un escueto retrato de dos mundos opuestos que no son tan lejanos, el mundo de la delincuencia y el de la ley, incluso retratando como más siniestro éste último. No incurre en idealizaciones románticas tampoco del bandido enfrentado al orden en unos tiempos de precariedad económica. Todo es más sutil y contenido. Precisado en magníficos detalles como esa figura secundaria del canoso representante del la ley, que sabes que adquirirá una relevancia final, que culmina en esa extraordinaria secuencia final con la novia de Dillinger. Sublime plano final de Marion Cotillard, que define lo que entre líneas nos han estado narrando mientras nos deslizábamos en un portentoso carrusel de secuencias de acción y de trazos tenebrosos sobre un mundo de pesadilla donde no hay refugio, ni el orden ni en el espacio exiliado de su transgresión.

'Enémigos públicos' (2009), con Johnny Depp, Christian Bale y Marion Cotillard. Qué dominio del espacio, de la composición, de la modulación graduada de los tempos. Chapeau para secuencias como el asalto de los hombres de la ley al hotel.

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