Algo misterioso sucede en Midwich. Todos sus habitantes, a un mismo tiempo,parece que pierden el conocimiento. O no se sabe muy bien qué les ha pido ocurrir. Intrigante, por otra parte, es que en cuanto se traspasa cierto límite invisible, se pierde el sentido, como si se cruzara un umbral. Pero de repente, todos despiertan. Y al de poco tiempo, se descubre que todas las mujeres han quedado preñadas. Y cuando nacen las criaturas todas parecen disponer de cualidades excepcionales de inteligencia, y un poder mental capaz de manipular y dominar las mentes de los otros. Incluida cierta inclinación a acabar con la vida de todo aquel que quiera enfrentarse a ellos. O contrariar su voluntad. Su aspecto semejante, con ese cabello rubio, de claras resonancias arias, introduce unas resonancias siniestras a estos elegidos nacidos por un inexplicable misterio que poco tiene de salvador para las llamadas criaturas humanas, sino espejo de la oscura tendencia humana a dejarse llevar por la pulsión de poder.
'El pueblo de los malditos' (1960), de Wolf Rilla, con el insigne George Sanders, es una excelenta muestra del cine fantástico británico. Sugerente la desconcertante atmósfera que se crea en las iniciales secuencias con el extraño fenómeno que nadie puede explicar, como sutilmente sobrecogedoras las siniestras acciones de estos niños que son capaces de provocar que alguien se estrelle con su coche o se dispare con una escopeta. Impecable ese final en el que Sanders se enfrenta a ellos, interponiendo ese muro mental,para que no descubran que ha colocado una bomba para acabar con ellos. La elegancia del más refinado y transgresor cine fantástico.
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