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jueves, 5 de noviembre de 2009
El hombre que mató a Liberty Valance
Una flor de cactus, un bistec, un látigo, un nombre en un trozo de madera, una desvencijada diligencia cubierta de polvo. Objetos que narran historias, y condensan hondas emociones.Como el gesto repetido tres veces de encender un cigarrillo por un hombre, Doniphon (John Wayne) que rescata a otro, Ransom (James Stewart), el cuál no podrá encenderlo (en la secuencia final) porque el hombre que mató a Liberty Valance no es él, aunque lo diga la leyenda, sino aquel que da lumbre a las sombras (y luz a la verdad).
'El hombre que mató a Liberty Valance' (1962), de John Ford, es, ante todo, pura emoción. Cómo logra en sus primeras secuencias hacer palpable el pasado compartido por los personajes que se reencuentran después de muchos años, y la doliente y tierna emoción que vibra en sus miradas y gestos. Se puede hablar de cómo pone sobre el tapete lo dificil que es conseguir el equilibrio entre naturaleza y civilización, porque lo indómito puede manifestarse en forma de caos y barbarie y las leyes ser un entramado de mentiras y conveniencias, un mero teatro. De ahí la ironía de que ese representante del caos se llame Liberty Valance (fonéticamente, el equilibrio de la libertad) y que el tres veces 'rescatado', representante de la ley y la razón, se llame Ransom (rescate). A ambos mata y rescata el mismo, el hombre que quedará en las sombras aunque haya propiciado esa transformación radical del paso de la barbarie a la civilización
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