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lunes, 21 de octubre de 2024

Here, un hombre bueno

 

Aquí, allí. Presencia, ausencia. Raíces, derivas. Conexiones. Here, un hombre bueno (2023), cuarto largometraje del cineasta belga Bas Devos es una narración con tres personajes, un hombre y una mujer con raíces distintas que viven en otra ciudad, Bruselas, y la naturaleza, en concreto, las plantas, y aún más específico, el musgo, una de las criaturas vivas más antiguas. Es un relato sobre figuras que van y vienen, y cruces y conexiones imprevistas que pueden acontecer. Sobre la sensación de sentirse en casa, por provisional que sea. La narración comienza con un hombre, Stefan (Stefan Gota), rumano, que trabaja en la construcción. Va a retornar a casa. Aunque debe esperar a que arreglen su coche. Se dedica a repartir una sopa de verduras que ha hecho con un amigo, un tío y su hermana. Reencuentros que son despedidas, aunque no sabe hasta cuándo. No sabe cuándo retornará. Antes de salir de su casa, mira por la ventana, y dice esta es mi casa. Se intercalan planos de componentes del espacio. Somos también el espacio que habitamos, el espacio por el que transitamos. La narración comienza con planos de construcciones de cemento, pero evoluciona con la raíz de los planos de la naturaleza, las conexiones que podemos crear. Las distancias se pueden tornar proximidad.

La introducción del otro personaje principal, ShuXiu (Liyo Gong), china, que trabaja en un restaurante chino de una pariente y realiza un doctorado sobre el musgo, además de impartir clases, es con su voz, sobre planos de la naturaleza, planos detalle, planos de un conjunto. Habla sobre desconexión entre el nombre y la materia que se nombra, sobre sentir que la habitación es parte de ella, y ella es parte de cada elemento que la conforma, un conjunto de mil detalles. La relación con lo real es una relación de conexiones (posibles). El musgo vincula con el origen de la vida en la Tierra. El musgo son muchos tipos de musgo, aunque para nosotros solo sea musgo. Diversidad. En nuestro transito por la vida somos seres flotantes con raíces potenciales que realizar según las conexiones. Florecemos según las relaciones o conexiones que establezcamos. En sus particulares tránsitos, Stefan y ShuXiu coinciden en una ocasión en el restaurante, pero para su sorpresa, en el bosque, cuando él va camino del taller dónde tiene el coche y ella está estudiando el musgo.

Un cruce casual y se crea una misma dirección. Juntos prosiguen, llueva o no. Él se asombra con lo que ella observa, otras capas, otros ángulos de la realidad, otras escalas: El musgo es un bosque en miniatura. Dos miradas conectan. Se alternan los planos de ambos con los planos de la naturaleza, planos detalles, planos de un conjunto. Aquí, es como sienten ambos a la vez, sintiéndose juntos. La realidad es una suma de posibles cruces que no sabes qué pueden deparar. Si no hubiera tenido que esperar a que arreglaran su coche no se habrían cruzado en mitad de un bosque. Su cruce propicia una posibilidad, entre sus derivas y decisiones. Quien se marcha puede retornar. Quién sabe qué se puede construir tras su encuentro que es conexión. La narración de Here, un hombre bueno, es la de un proceso, y la constatación de que múltiples elementos conforman un conjunto, como planos los de la misma narración que es pausado flujo, una narración que fluye, como la relación entre Stefan y ShuXiu, dos seres humanos de procedencias diferentes que se cruzaron en otra ciudad y quizá conforme una dirección conjunta. Quizá, porque la realidad es también una suma de posibles (relaciones).

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