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miércoles, 10 de agosto de 2022

Predator: la presa

 


Tanto Cloverfield 10 (2016), la obra previa de Dan Trachtenberg, como Predator: la presa, ambas narradas con vibrante fluidez, están protagonizadas por una mujer en conflicto con su circunstancia, el cual será resuelto con su confrontación con un monstruo. En Cloverfield 10, Michelle (Mary Elizabeth Winstead) brega, en el interior de un bunker, con un hombre que no está seguro de si es un monstruo, ya que, durante buena parte del relato, no sabe si le ha salvado de la amenaza exterior, de la radiación, o si es una amenaza, un secuestrador, un asesino de mujeres, que ha inventado un relato conveniente, sobre una invasión extraterrestre, para mantenerla sumisamente enclaustrada. En Predator: la presa (Prey, 2022), Naru (Amber Mindhunter), una comanche, en los inicios del siglo XVIII, se enfrenta, en un exterior, entre bosques, prados y ríos, a un depredador extraterrestre que disfruta con la caza. Antes de esa confrontación ambas se encuentran en conflicto con su entorno o circunstancia. Michelle abandona a su pareja. No se explicita el motivo de la colisión, pero podría considerarse el relato como una transposición de su conflicto interior. Parece un personaje sin dirección, cautiva en su bunker interior, la negación, que tras superar su confrontación con diversas figuras hostiles, dentro y fuera del bunker, encuentra su propia dirección. Por su parte, Naru, está obcecada con convertirse en una cazadora, aunque le indiquen que sus cualidades quizá sean otras, como la de curandera. No quiere ajustarse, porque siente que es como subordinarse, a lo que el entorno indica que debe ser. De nuevo, parecieran los avatares del relato una transposición de su particular conflicto interior, el debate entre frustración y empecinamiento. De hecho, aspecto que aporta sugerente ambivalencia al relato, el depredador extraterrestre pareciera eliminar a todos aquellos que la desestiman, o se imponen, sean los hombres de la tribu, o los hombres blancos, franceses, que matan a los bisontes y hacen cautivos a los comanches (recluyéndolos en estrechas jaulas).

En cierta secuencia un roedor come un insecto pocos segundos antes de que sea devorado por una serpiente pocos segundos antes de que sea matada y destripada por el depredador extraterrestre. La naturaleza, o la vida, como una cadena alimenticia dominada por los depredadores más poderosos. El depredador extraterrestre como representación de nuestra vertiente más primitiva. El depredador extraterrestre disfruta, y se reafirma, matando a toda criatura amenazante, sea una serpiente, un lobo, un oso o un humano. No, en cambio, a quien se encuentre en posición desvalida, como es el caso de Naru, cuando queda uno de sus pies atrapado en un cepo, como en secuencias anteriores había sufrido la misma circunstancia su perro (quien, afortunadamente, pese a lo que dicta la convención desde hace décadas, no es el primero en morir). Predator: la presa, como Cloverfield 10, es también un relato sobre la supervivencia. Michelle y Naru deben superar una circunstancia en la que su vida se ve amenazada. La narración es una sucesión de confrontaciones violentas, una superación de situaciones en las que Naru siente cómo su vida peligra. Su determinación supera a su desvalimiento. Y su pericia es la que conseguirá que logre vencer a quien ha dejado constancia, con respecto a las otras especies, que es el depredador más poderoso. Aunque no será así con Naru. Al fin y al cabo, como la anterior película, es un relato sobre un proceso de superación y autoafirmación.

Las primeras secuencias ya dejan constancia de la relevancia del entorno físico, o cómo la fisicidad es componente fundamental. Los seres vivos son materia en relación con otras materias y los elementos. Es la acción física, más que la caracterización psicológica, la que prima en el relato. Incluso, la misma Naru está caracterizada con sucintos rasgos. Es su circunstancia y su presencia. Su lucha por conseguir sentirse respetada y por convertirse en aquello a lo que aspira. No quiere resignarse a ser lo que su entorno, los demás, juzguen o consideren que debe ser. El depredador extraterrestre es la hiperbolización de esa imposición, o de la reticencia de los integrantes de su tribu. En Cloverfield 10 la ambivalencia sobre la fiabilidad de los relatos o las versiones sobre la realidad, si hay o no una invasión extraterrestre, si quien le acoge es salvador o amenaza, ilumina el cariz del conflicto que ha podido existir con su pareja, el dominio de un relato sobre lo que es o debe ser. En Predator: la presa, Naru no quiere supeditarse al relato que pretenden implantar sobre cómo debe ser su vida o su función en la tribu y brega con esa opinión que se escuda como certeza. Su victoria sobre el depredador extraterrestre implica también la conquista del relato sobre quién es y qué puede ser.


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