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jueves, 10 de enero de 2013

Lincoln

Photobucket En sombras todos nos parecemos, somos siluetas en las que no se distingue, por ejemplo, cuál es color de nuestra tez. Las sombras son muy democráticas, no discriminan. El trabajo de Janusz Kaminski en ‘Lincoln’ (2012), de Steven Spielberg, privilegia la iluminación tenebrista, la luz amortiguada, las penumbras; hay algunos planos en los que los personajes son sombras. Evoca a la negrura supurante de ‘Munich’ (2005), una de las mejores, y más turbias, obras de Spielberg (tapiz también guionizado por Tony Kushner). La secuencia inicial evoca la introducción de ‘Salvar la soldado Ryan (1999); hace cuerpo del fragor de la batalla, un amasijo de cuerpos en un enfrentamiento cuerpo a cuerpo en el barro, entre soldados de la Unión y de la Confederación, con detalles de notoria crudeza (un soldado pisando el rostro del enemigo engullido por el barro, en el que forcejea). Ese fragor que refleja la virulenta división no sólo entre los dos bandos enfrentados en la guerra civil, sino incluso en el mismo bando de la Unión, por las discrepancias existente con respecto a la Enmienda 13 que ha propuesto Lincoln (Daniel Day Lewis) para abolir la esclavitud. Pero aún más, no sólo entre demócratas y republicanos, sino entre los mismos republicanos (cuya facción conservadora se muestra más reacia). Photobucket Photobucket Item más, se amplia el espectro de fragores y forcejeos al espacio íntimo de Lincoln, por las tensiones existentes con su esposa, Mary ( Sally Field), en la que colean las heridas irresueltas del pasado ( la muerte de un hijo), y la relación conflictiva con su primogénito, Robert(Joseph Gordon Levitt), que se convierte en lacerante reflejo (contradictorio) de su lucha por abolir la esclavitud, ya que le enfrenta a la condición paternal (posición de poder) de intentar negar la voluntad del hijo para que se pliegue a los deseos de los padres (en concreto: la madre no quiere que otro hijo muera, por ello no quiere que Lincoln permita que se aliste). Además del formidable trabajo de iluminación de Kaminski, hay una luz que resplandece y cautiva, como el narrador que te hipnotiza con su relato: la interpretación de Daniel Day Lewis, otro prodigio de caracterización (resulta sorprendente pensar en que interpretó previamente a un personaje tan contrapuesto como el Plainview de ‘Pozos de ambición’). Es un ejemplo de actor transformista que no se queda en los tics, en la emulación mecánica de unos gestos, en ser un cuerpo percha para el minucioso maquillaje de una caracterización. Como Lincoln, es un cuerpo que parece se desplaza con sumo esfuerzo, como si su espigada altura fuera un freno, como si su excepcionalidad le convirtiera en alguien que transita el mundo en otra condición de gravedad. Photobucket Photobucket En su primer tercio la película parece que recupera el ingenio y la densidad del mejor periodo de la obra de Spielberg, el más oscuro, entre ‘Inteligencia artificial’ (2001) y ‘Munich’ (2005), con la excepción de la demasiado licuada ‘La terminal’ (2004). Esa sensación también transpira progresivamente ‘Lincoln’, sus emergentes o potenciales aristas se van licuando. En principio se empieza a echar en falta demasiado cuando se ausenta de plano Lewis, aunque no carezcan de interés los diversos flecos de la trama, o personajes como el que encarna magníficamente Tommy Lee Jones, el político republicano Stevens, que recuerda por su carisma al que interpretaba Charles Laughton en ‘Tempestad sobre Washington’ (1962), de Otto Preminger, como podía verse al personaje de Henry Fonda como un equivalente del de Lincoln; personaje al que el propio Fonda interpretó en la hermosa ‘El joven Lincoln’ (1939), que en voz baja, y sin tanta frase explicita y grandilocuente, decía mucho más que ‘Lincoln’.Cuando se recupera, con más frecuencia, la presencia de Lewis, tampoco se recupera el centro, más bien se evidencia el desajuste de sus piezas, como si cada subtrama o conflicto fueran ya corchos independientes en la corriente (ahora el conflicto con el hijo, ahora con la esposa, ahora la lucha por conseguir votos, ahora un recordatorio de que la guerra está aún en curso…). Además, la sombra de la obra de Preminger comienza a hacerse cada más alargada, y a caer, como una losa, sobre la narración en el pasaje que relata la votación de la enmienda en cuestión. Photobucket Por último, cuando Lincoln manifiesta que le encantaría realizar un viaje a esa ancestral ciudad que es Jerusalén las piezas encajan del todo a la par que la narración se implosiona, o se revela en sus basamentos, más rudimentarios de lo que parecía. Lincoln es la luz (la figura crística como guía que cohesiona): No deja de ser elocuente que su muerte esté narrada a través de la reacción horrorizada y desolada de su hijo, el pequeño, quien atiende a otra representación teatral, de ‘Aladino’: Es como si nos hubiéramos quedado huérfanos: la muerte de Dios o del sentido, del ‘genio de la lámpara’ que luchó entre y con las sombras para ‘liberar’ a los condenados a vivir cautivos en la negrura del sometimiento. Si ‘Tempestad sobre Washington’ finalizaba con el escenario vacío del Congreso (que evidencia la abyecta condición de un teatro donde la condición humana es ultrajada y subordinada al espectral simulacro de una representación, donde los individuos son piezas de un tablero), ‘Lincoln’, en cambio, finaliza con el ‘espacio lleno’ (o recordatorio de la plenitud posible), con la presencia de Lincoln en uno de sus mítines abogando por la unión, una presencia en el recuerdo, una luz desde el pasado como necesaria referencia. ‘Lincoln’ está lejos de caer en el sumidero del zafio, victimista y autoindulgente planteamiento de ‘Salvar al soldado Ryan’ pero tampoco, por el contrario, alcanza la complejidad poco complaciente, que desarticula fáciles posicionamientos y propulsa las incómodas aristas de las interrogantes, de ‘Munich’. Se queda en una zona intermedia, tibia, en penumbras.

1 comentario:

  1. El último trabajo de Spielberg me ha parecido un tanto decepcionante: por un lado, supone una distorsión de su figura histórica en un intento por reinventar la corta historia de los EE.UU. contada por un cineasta al que considero(si me lo permiten)inadecuado para un proyecto de tanta envergadura y, por otro lado, a pesar del magnífico tratamiento fotográfico y de la soberana actuación de un pletórico Daniel Day Lewis en la que quizás sea la mejor interpretación de toda su carrera(sin olvidar su papel en 'Pozos de Ambición',)la película no deja de ser un desmesurado lucimiento de su actor principal(cuyo Oscar tiene garantizado).

    Está claro que el 'establisment cultural' de aquel país continua estancado en su pasado histórico, una película que fue concebida como reto personal para su creador y como instrumento político neo-conservador de evidente trasfondo.

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