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sábado, 15 de octubre de 2016

Rebeldes

Un relato que añora la primera mirada es también un relato sobre la desaparición y la pérdida. Una obra sobre el dorado de la mirada que descubre todo por primera vez, la mirada de la infancia y la primera juventud, es una obra dominada por la luz del crepúsculo. 'Rebeldes' (The outsiders, 1983), de Francis Coppola, comienza y finaliza con la evocación de lo vivido, porque el relato sí es lo que pervive: comienza y finaliza con la redacción de Ponyboy (C Thomas Howell) de los acontecimientos vividos, evocados durante el desarrollo del relato. Comienza y finaliza con el sonido de un tren: un tren fue el que arrolló el coche en el que viajaban los padres de Ponyboy y sus hermanos mayores, Sodapop (Rob Lowe) y Darry (Patrick Swayze). Los dos mejores amigos de Ponyboy, Dallas (Matt Dillon) y Johnny (Ralph Macchio), fallecerán a lo largo del relato: sus rostros sobreimpresionados serán evocados en la secuencia final. Pervive el relato, y perviven los fantasmas en el recuerdo. En las primeras secuencias los tres amigos caminan entre las calles y los descampados, como figuras huérfanas, errantes, en un entorno que parece no muy habitado, y sí más bien deteriorado y abandonado. Transpira intemperie. Como indica su título original, son extraños, forasteros, figuras al margen.
El mundo adulto parece un mundo lejano, del mismo modo que la sensación de hogar, como refleja la fugaz estancia en la casa en la que vive Ponyboy con sus hermanos, de la que sale de nuevo corriendo, tras se reprendido por Darry, para reunirse con Johnny, que dormía protegido por periódicos por no querer retornar a su casa. Tras enfrentarse a sus rivales, los socs, los chicos de clase alta y adinerada (ya que ellos pertenecen a los greasers, chicos de clase baja), y matar a uno de ellos, Bob (Leif Garret), buscan provisional apoyo en un garito en el que se encuentra Dallas. Entreven fugazmente ese mundo adulto (un entorno de luz rojiza que tampoco transpira acogimiento sino espacio de tránsito), pero deberán de nuevo refugiarse, en los márgenes de los márgenes, en una iglesia abandonada en plena campiña. Más extraños que el paraíso, como indicaba el título de la excelente obra de Jim Jarmusch rodada un año después, hija también del cine de Nicholas Ray. En las primeras frases de la evocación de Ponyboy señala que salían a la cegadora evocación del día tras salir del cine. En una de las secuencias iniciales asisten a un drive-in. Viven entre espacios marginales y espacios de fantasías, desubicados y desamparados, como los personajes de Nicholas Ray, en especial los de 'Rebelde sin causa' (1954). Macchio recuerda en sus rasgos al personaje de Sal Mineo, y Ponyboy podría ser una variante del de Dean, por su conflictiva relación con su hermano mayor, la figura que ahora representa la autoridad en el hogar.
El estilo de la película también busca recuperar el elaborado sentido de las composiciones del cine de Ray, la depuración de los recursos cinematográficos: la acción transcurre en 1965, pero es una película entre tiempos, que parece evocar un estilo del pasado sin parecer del presente, sino de un tiempo entremedias, entre la ensoñación y el canto fúnebre, entre la recuperación de una mirada que redescubriera los recursos del lenguaje sin convertirse en remedo de un estilo pretérito, y a la vez se convirtiera en evidencia de un artificio enhebrado con la consciencia de la finitud y la ineluctabilidad del paso del tiempo. Lo que fue ya no será, pero desde el dolor se aprieta el puño para exprimir el recuerdo de aquella mirada que aún descubría lo dorado posible en la vida. Y el cine de Coppola hasta entonces aún pugnaba por preservar ese aliento.
Se repiten las figuras en sombras recortadas en el horizonte, las de ambos adolescentes protagonistas, y las de sus padres en la evocación: Coppola redescubre la potencialidad de la evocación afectiva del flashback: a ese plano le sucede otro, distorsionado, en el que el tren arrolla el coche de los padres. El uso del flashback, en cuanto ingenio y elocuencia expresiva, también será modélico en 'La ley de la calle' (1983), la posterior adaptación que realizará de una obra de S.E Hinton: las evocaciones serán sólo sonoras, coherente con la reducida audición del personaje desubicado, en fase terminal de outsider, del Chico de la moto (Mickey Rourke), quien ve en blanco y negro y escucha la realidad como si fuera una televisión con el sonido bajo: la realidad herida, desangrada ya. Coppola evoca las características estilísticas de Ray: el trabajo del montaje interno: los encuadres con rostros en primer término y figuras perfiladas en segundo término, que remarcan un contraste, una afinidad o una tensión; el uso expresivo del color, en especial en los rojizos cielos, con jirones de nubes, desgarrones: el contraste entre el espeso negro y el vibrante verde en la secuencia final de la muerte de Dallas; el uso de los cenitales: el de los cuerpos yacentes tras la elipsis de la muerte junto a la fuente, que remarca el desamparo; el contraste entre un plano general y el posterior primer plano o plano detalle: el desgarro de la secuencia final de la muerte de Dallas se debe en buena medida a esa alternancia que evidencia una falta de nexo, una fisura vital que no puede ser reparada, como si no hubiera posible cicatrización de la desolación ni conexión armónica con la realidad: la carrera del que huye colisiona con la negrura del cañón de las pistoles que le disparan: son pistolas sin rostros, no importa el quién aprieta el gatillo.
La estancia en la iglesia abandonada no deja de evocar la provisionalidad de sentimiento de hogar y armonía que transpiraban los momentos compartidos por el trío de adolescentes protagonistas de 'Rebelde sin causa' en la mansión abandonada. Los que viven precariamente encuentran provisional alegría en la victoria de su combate con los adolescentes adinerados, pero la muerte de Johnny por las quemaduras sufridas por salvar a unos niños de un incendio les recordará cuál es su real condición y circunstancia. Para Dallas, no consuela ni la ayuda a los demás, porque nadie les ayudará a librarse de una vida de privaciones y lucha constante por mantenerse a flote en un permanente crepúsculo de precariedad en el que siempre mirarán un horizonte que asemeja a unas llamas. Sólo quedará el refugio del relato de los momentos compartidos, la sensación provisional de alegría y armonía, y la evocación de los fantasmas que recuerdan que hubo un tiempo en que soñaron con el dorado de lo posible.
Nature’s first green is gold Her hardest hue to hold. Her early leaf’s a flower; But only so an hour. Then leaf subsides to leaf. So Eden sank to grief, So dawn goes down to day. Nothing gold can stay. ~ Robert Frost, Nothing Gold Can Stay (1923)

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