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viernes, 10 de noviembre de 2023

Cruce de destinos

 

El título original de Cruce de destinos (1956), de George Cukor, así como el de la homónima novela adaptada, de John Masters, publicada dos años antes, es Bhowani junction, una estación, cruce de diversidad de personas y diferentes vínculos de pertenencia por su variada condición. Cruce de destinos es un melodrama de identidades cruzadas. En Victoria (Ava Gardner) se condensan los conflictos y desgarros de un país, India, que empezaba, en 1947, a desprenderse del yugo del dominio británico. Unos ejercían la resistencia pacífica, según el influjo de Mahatma Gandhi, y otros la violenta (bajo el influjo comunista) liderados por Davay (Peter Illing). Victoria es hija de británico e hindú, pertenece a una identidad entremedias e indefinida que busca a su vez reafirmarse por sentirse inferiores, como es el caso de su novio, Patrick (Bill Travers), quien quiere sentirse como quienes han dominado hasta entonces el país, los británicos. Cruce de destinos plantea cómo somos, en buena medida, cómo nos ven o consideran los demás (o cómo sentimos que nos consideran). Victoria no es inglesa porque es vista como hindú por ingleses ni hindú porque es vista como inglesa por hindúes. Victoria, que no sabe qué es e intenta orientarse en su desconcierto, fluctúa entre esas dos identidades, en ambiente y vestuario, que parecen rígidas demarcaciones, desesperada por sentirse parte de una de ellas, pero con cada una padece discriminaciones y recelos. Y a la vez hace concesiones cuando adopta una de ellas. Se es como se siente pero también cómo se es visto o considerado por los otros, pero en las miradas ajenas no encuentra una mirada definitoria. Es varias, o una diferente según qué mirada o concepción. Al mismo tiempo busca el amor, pero necesita saber cuál es su identidad, o quizás más bien descubrir que no hace falta saber cuál es la suya, sino sólo y ante todo que es Victoria. Una hermosa manera de conjugar un conflicto individual con un colectivo.

En principio, su relación con Patrick no se consolida porque mientras su actitud es interrogante, la actitud de la búsqueda, la de Patrick se decanta por una posición o facción, la inglesa, lo que implica desprecio por la hindú. Sabe qué quiere ser o cómo ser percibido y por lo tanto valorado. Cuando realizan la manifestación pacífica en la estación, tumbándose en las vías para impedir el paso del tren, Victoria sufre al ver cómo son humillados, por orden británica, por quienes pertenecen a casta inferior, pero en cambio Patrick ríe satisfecho porque él se afirma en su vertiente inglesa. Victoria también se interrogará en qué medida tiene fundamento su posible relación con el hindú Ranjit (Francis Matthews). El intento de violación del militar británico McDaniel (Lionel Jeffries) es determinante para que afiance ese vínculo tras que Rajit la ayude después de haber ella matado a McDaniel en el forcejeo. Su vestuario cambia, y también lo intenta su modo de habitar la realidad, decantándose, a diferencia de Patrick, por su vertiente hindú, la vertiente humillada. Pero sabe que la relación que establece con Rakit tiene que ver con la gratitud y con su anhelo de integración, no por un sustancial vínculo afectivo. Se debe más a su deseo de una conciliada realidad en la que ella encuentre su lugar, sin sentirse escindida, o dependiente de quién la vea como hindú o británica. Durante la celebración de un ritual tomará consciencia, mientras en su mente forcejean las diversas voces de los que la ven de un modo u otro, de qué su decisión es más bien la de quien desea adaptarse a un modo de vida definido, no por real afinidad o conexión. Su singularidad no puede restringirse en un solo molde aunque miradas ajenas si la restrinjan porque se fundamentan en cuadrículas o etiquetas de identidades (tendencia determinante humana, que conecta con nuestra vertiente más primitiva, la territorialidad, o la identidad como bastión, que sigue generando conflictos, en algunos casos de índole violenta, y que evidencia nuestra ilimitada capacidad de infligir daño y ser crueles).

Al respecto es elocuente la evolución de su relación con el coronel Savage, con respecto al que en principio siente desprecio como si representara esa mirada impositiva que también mira con desprecio a quien no es como él. Pero con el paso del tiempo comenzará a verle de otro modo, o de modo más matizado, y comprenderá que su actitud es más flexible de lo que creía y que también piensa que hay que ver del mismo modo, sea por su exterior o interior, a los demás. No dispone de fundamento o consistencia la actitud o mirada que ve a los demás dentro de un molde general, como representante de colectivo (y que puede determinar prejuicios o discriminaciones). Sugerente es la utilización metafórica del tren o de la red ferroviaria. Desde un tren se narra en flashback la historia. Y varios de los episodios fundamentales, teñidos de violencia, tienen relación con el mismo, desde la resistencia pasiva que realizan los pacíficos hindúes tumbándose en las vías para evitar el paso del tren, pasando el atentado de la facción violenta contra un tren que provoca que descarrile, hasta la secuencia climática, cuando Davay secuestra a Victoria y la amordaza en el interior de un tren, del que en cierto momento descenderá para colocar una bomba en las vías. Un sabio uso dramático y simbólico del espacio. Al respecto, por añadidura, es elocuente la relevancia de la figura de Savage, en consonancia con la modificación de su relación con Victoria: en la primera circunstancia es quien ordena que los descastados lancen sobre los manifestantes en las vías el líquido que determinará que tarden cinco meses en purificarse; en la segunda circunstancia, será contundente con ella, al ordenarla que acuda al lugar del accidente, para sacarla de su mirada restringida (el victimismo de la vertiente hindú), cuando le haga ayudar a los heridos, muchos de los cuales son hindúes, para que tome consciencia de que esa identidad hindú también puede estar teñida de sangre como la inglesa (ya que junto a unas vías había sufrido el intento de violación por el oficial inglés, McDaniel). Por tanto, ejercen violencia o abuso unos y otros, sean británicos o hindúes. Y, por último, será Savage, junto a Patrick, quien evite que fructifique un atentado que tenía como objetivo un tren en el que viajaba Gandhi (es interesante, además, que, a diferencia de la película, fructifiqué el amor de Savage y Victoria, en consonancia con unos tiempos en los que, en la industria hollywoodiense, se incidia en la flexibilidad con respecto a las relaciones interraciales). Aunque Cukor no quedó satisfecho con el montaje definitivo (ya que MGM, dada la poca receptividad de los espectadores en pases previos al estreno, decidió realizar numerosos cortes y que estuviera narrada en flashback así como que la voice over de Savage guiara el relato), Cruce de destinos es un magnífico melodrama de aguda y matizada cualidad dialéctica que sigue introduciendo la llaga en una faceta humana, esa roñosamente afilada conjunción del yo y el nosotros, generadora de innumerables desatinos y desafueros.

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