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domingo, 5 de marzo de 2017

Su juego favorito

'Su juego favorito' ((Man's favorite sport?, 1964) es una variación de la 'La fiera de mi niña' (1938), dirigida por el mismo Howard Hawks. Dos comedias extraordinarias, dos prodigios. La excentricidad de ritmo alocado y acelerado de la primera se atempera en la segunda con un ritmo más pausado, el de la sorna. Quisiera haberla realizado con los mismos actores, pero no encontró su receptividad. Caza, leopardos, perros, brontosaurios. Pesca, peces, osos, orugas. Hombres, mujeres, amor, cortejo, ¿quién caza y quién porta la red? ¿Quién pesca y porta la caña?. Entra en juego el azar y el destino, o el que uno quiere que sea el propio. Claro que el amor verdadero, o esa conexión genuina de complicidades y afinidades, se gesta, no se caza ni pesca. Pero el recorrido puede ser imprevisible. Las direcciones son desconcertantes hasta para los mismos actantes. El rechazo o indiferencia inicial puede tornarse también en atracción. Huyes, o eso crees que quieres, y estás dirigiéndote en cambio hacia quien te perseguía, y de repente el impulso de distanciarte es anhelo de colisión (más bien, fusión). Puedes esforzarte en conseguir sentir esa sensación de que dos locomotoras colisionan, el beso que propulsa lo que hasta entonces era ilusión o sueño, pero igual, cuando se produce, prefieres, en primera instancia, replegarte y retroceder para consternación de la otra locomotora que pierde pie en la contradicción de los signos. En estas extrañas direcciones de las hierbas locas que brotan entre las piedras Alain Resnais establecería una muy singular variante en 'Las hierbas salvajes' (2008).
Roger (Rock Hudson) es un presunto experto en pesca. De hecho, tiene publicado un libro que todos los pescadores siguen cual biblia. Claro que, en cuanto aparece, o irrumpe, en su ordenado acuario de vida, Abigail (maravillosa Paula Prentiss) con una propuesta a su jefe, que no es otra que Roger se presente a la próxima competición anual de pesca y publicite así los productos de la compañía, se desvela que Roger no sólo no sabe pescar sino que tiene pavor al agua (no sabe nadar) y además le dan asco los peces. 'Fish' en inglés es una expresión con la que se alude al sexo femenino. Y si hablamos de agua, ya sabemos que estamos en otra metáfora de los sentimientos. De nuevo, ironías. Ya que el título original es 'El deporte favorito del hombre'. Con interrogante. Tanto en 'La fiera de mi niña' como 'Su juego favorito', es una mujer la que persigue al hombre, la que usa todas las estrategias posibles para cautivarle. Para ello, desmonta todo su universo. A Hawks le gustaba subvertir e invertir las convenciones. Del mismo modo que jugar con los equívocos y las falsas apariencias ( las cuales debían ser dinamitadas). Pocos son lo que parecen. Un leopardo es inofensivo, y juega con tu pie, como un minino, o con un perro, o es, por el contrario, una fiera que despedaza a su domador. En su caso, son dos diferentes, pero en los humanos conviven uno y otro. Apreciación extendible al resto de su obra. Roger no es un experto pescador. Como el pelo de su jefe, Cadwalader (John McGyver), no es verdadero, sino una peluca. O el indio John Screaming eagle (Norman Alden) que vende cualquier cosa y habla como el indio de las películas, realmente habla un inglés impecable, pero hay que vender imagen para hacer negocio (como bien sabe Roger).
Con respecto a la persecución y la confusión de lo que parece pero no es, ambas películas coinciden también en un brillante gag, aunque con su variación pertinente. En 'La fiera de mi niña' Susan desgarra el chaqué de David accidentalmente, y este a su vez, del mismo modo, el vestido de Susan, por lo que, para que no se aprecie la ropa interior de Susan, tienen que disimular andando apretujados y pegados el uno al otro. En 'Su juego favorito, la corbata de Roger se enreda en la cremallera del vestido de la amiga de Abigail, Easy (Maria Preschy), justo cuando aparece su prometida, Tex (Charlene Holt). Una irónica imagen por distorsión. Un hombre y una mujer que parecen estar juntos pero no lo están. Un hombre que parece ir detrás de una mujer, pero realmente no es así (aunque, en el primer caso, lo estará cuando sepa ver qué es lo que tiene, la mujer con la que está comprometido, y qué es lo pudiera ser; en el segundo, en cambio, es una tercera mujer fuera de la ecuación, ni siquiera es ni será una opción).
Abigail desmonta la cuadrícula de vida de Roger, del mismo modo que el primer día que se conocen le quita la plaza de aparcamiento que utiliza cada día. Lo que determinará, por el empecinamiento de Roger en recuperar esa plaza, que le pongan una multa. Roger no cabe siquiera en el coche de Abigail cuando entra del modo más heterodoxo, por el techo. Ya nada será lo mismo en su vida, el escenario varía, y las direcciones serán otras, como el modo de desplazarse en la realidad: digamos que entra en un agujero carrolliano y todo está reordenado y configurado de otra manera. En suma, la realidad está montada de un modo distinto. Por eso, como pez fuera del agua, o más bien de su cuadricula en forma de pecera, Roger es un hombre que no sabe montar una tienda de campaña, y se tropieza con todo, más torpe que un oso en moto (que no deja de ser su propio reflejo). Por eso, también la realidad puede favorecerle aunque carezca de la habilidad o pericia correspondiente: no sabe pescar, pero se producen las más inusitadas carambolas de suerte, por lo que pesca cada uno de los tres peces del modo más absurdo y accidental. Nunca sabes cómo vas a conseguir lo que quieres. La realidad es imprevisible. Puedes comerte una oruga viva porque no te has percatado de que ha caído en tu ensalada. O tendrás que serrarte la escayola, la cual te habías colocado para simular un falso accidente y así no proseguir con la pantomima del concurso, porque la amenaza del competidor que podía ponerte en evidencia no lo es porque ha sufrido un percance real que no le permite pescar. Lo real y la simulación se desafían y confunden en una imprevisible sucesión de carambolas.
El inicio de 'Su juego favorito' es ejemplar. Un modelo de construcción de primer acto (un cuarto de la obra), en el que se define con precisión, y sumo ingenio, personajes, trama y el dilema en conflicto. Una sucesión de acciones, circunstancias y escenarios que definen la sustancia del film, el desmoronamiento de una vida organizada, aunque sea bajo las falsas apariencias. Como ya apuntaba, de entrada se topa con que Abigail le quita su plaza de aparcamientos: le desplaza, o le deja sin sitio (o fuera de lugar, desencajado). Como Susan en el campo del golf en las secuencias iniciales de 'La fiera de mi niña', cogiendo sin darse cuenta la pelota de David, y su coche. '¿Es que todo es suyo?' le pregunta ella. 'Sí, menos afortunadamente usted', le responde David. Cándido, no sabe lo que dice. Tras que su jefe haya aceptado la propuesta de Abigail de que concurse en la competición de pesca, Roger intenta que Abigail desista de la idea. Primero, queda en evidencia ante otros en un ascensor, ya anuncio de cómo quedará expuesto en una situación,o escenario de realidad, que no controla. Prosigue con el intento en un bar de barra giratoria cual tiovivo: él ya se ha perdido y no hará más que dar vueltas sin saber ya dónde está. Por fin, logrará compartir lo que es, o más bien no es, confesando su engaño, que no sabe pescar, en una tienda de autómatas musicales, que justo se apagan cuando grita que no sabe pescar: su vida de autómata se ha quebrado, el imprevisto le deja desguarnecido. Como David con la red que porta Susan en su cabeza, cual mariposa capturada. O Roger suspendido boca abajo en el agua porque su flotador se ha inflado demasiado.
En 'La fiera de mi niña', un viejo cazador imita el rugido del leopardo, sorprendido de que le conteste el eco con tanta demora, mientras David está más atento al perro, al que sigue, con la cuchara en la mano, cuando le ve levantarse, porque quizá le conduzca hasta donde ha enterrado el hueso intercostal del brontosaurio, para volver detrás de él al de dos segundos. Sí, es un universo extraño este habitado por ese animal llamado ser humano, en el que un hombre durmiendo en el interior de un saco asemeja a una oruga dentro de un capullo. Pero qué gozoso es ver cómo se desmorona el esqueleto del brontosaurio mientras David sostiene con su brazo a una Susan suspendida en el vacío. Ese es el preciado regalo de la vida, la jubilosa condición suspendida en las que nos sume el amor, la espontaneidad del sentimiento liberado. Inciertos pero vivos. Como Roger y Abigail conciliando sus sentimientos sobre la cama de plástico, a la deriva en el rio, en la oscuridad sin aparentes contornos, tras que el desbordamiento del río propicie que las murallas de su orgullo y desconcierto se desmoronen y liberen por fin, y a la vez, lo que sienten el uno por el otro. Las verdaderas corrientes del sentimiento es lo que tienen. Nos ponen en movimiento. Si uno no se expone ni asume desapegado su vulnerabilidad y que nada controla, no gozará de la hermosa celebración funambulista del amor. O como refleja el irónico último gag, con la colisión de los trenes en esas imágenes que recrean celuloide de cine mudo (aunque los actores hablen: (Uy, ¿Se ha acabado la película?), porque es una historia que se repite desde el inicio de los tiempos o de las películas que nos montamos. Hay una colisión más cómplice y placentera que la de la lid de pantallas, equívocos, falsas apariencias y otras inseguridades y orgullos. Los excelentes títulos de crédito iniciales con la excelente canción compuesta por Henry Mancini

1 comentario:

  1. Impecable crítica de este díptico, una especie de variación que dada la distancia de 28 años entre ambos films resulta además ideal para regocijarse en la evolución del estilo del director.
    Ya ha reseñado que la construcción y ritmo son modelicos, que lástima que la televisiones, o la misma distribución en salas no atiendan a estas demostraciones de saber narrar deleitando.

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