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jueves, 3 de marzo de 2016
Douglas Slocombe: la materia de la luz y las sombras
'Oro en barras' (1950)
'Clamor de indignación' (1947)
'El sirviente' (1963)
'Las águilas azules' (1966)
'El león de invierno' (1968)
El gran director de fotografía Douglas Slocombe falleció la semana pasada a los 103 años, por las fatales consecuencias derivadas de una caída. Fue el director de fotografía de una de las etapas más entrañables e inspiradas no sólo del cine británico, sino del cine general: las producciones de la Ealing, regida por Michael Balcon, de la década de los 40 y buena parte de los 50: 'Corazón cautivo' (1945) o 'Coacción' (1951), ambas de Basil Dearden, el cineasta que más admiraba de aquel entonces, 'Clamor de indignación' (1948), 'Oro en barras' (1951) y 'Los apuros de un pequeño tren' (1953), de Charles Crichton, 'El hombre del traje blanco' (1951) y 'Mandy' (1952), de Alexander Mackendrick, 'It always rains on sundays' (1947), 'Ocho sentencias de muerte' (1950), de Robert Hamer o la obra colectiva 'Al morir la noche' (1945), de Hamer, Crichton y Alberto Cavalcanti. En los sesenta colaboró en obras notables o excelentes obras como 'Circus of horrors' (1960), de Sidney Hayers, 'El sabor del miedo' (1961), de Seth Holt, 'La habitación en forma de L' (1962), de Bryan Forbes, 'Cañones en Batasi' (1962) y la magnífica 'Las aguilas azules' (1966), ambas de John Guillermin, 'Freud, pasión secreta' (1962), de John Huston, 'El sirviente' (1963), de Joseph Losey, 'Viento en las velas' (1965), de Alexander Mackendricl o 'El baile de los vampiros' (1966), de Roman Polanski. Los setenta le depararían premios, pero no me resultan tan sugestivas la obras en las que participó en sus dos últimas décadas de trabajo, caso de 'Jesus Superstar' (1973), 'Rollerbal' (1975) o 'Julia' (1977), de Fred Zinneman. Ni fui, en mi adolescencia, ni soy entusiasta de la saga de Indiana Jones. De hecho, su último trabajo fue la tercera de ellas, 'Indiana Jones y la última cruzada' (1989), cuando ya comenzaba sufrir los problemas oculares que derivaron en su ceguera. En este periodo prefiero destacar la controvertida adaptación de la novela de Scott Firzgerald, 'El gran Gatsby' (1973), de Jack Clayton, estimulante que la mala consideración que arrastra. Y la apreciable 'Nunca digas jamás' (1983), de Irvin Kershner, entre el respeto a las convenciones y una jugosa autoironía, el retorno de Sean Connery como James Bond, un efímero oasis en una anodina saga.
'Al morir la noche' (1945)
'Corazón cautivo' (1945)
'It always rains on sunday' (1947)
'Clamor de indignación' (1947)
'Ocho sentencias de muerte' (1949)
'El hombre del traje blanco' (1951)
'Mandy' (1952)
'Los apuros de un pequeño tren' (1953)
'Freud, pasión secreta' (1962)
'La habitación en forma de L' (1962)
'El sirviente' (1963)
'Cañones de Batasi' (1964)
'Viento en las velas' (1965)
'Las águilas azules' (1966)
'El baile de los vampiros' (1967)
'El gran Gatsby' (1974)
'Rollerball' (1975)
'En busca del arca perdida' (1981)
Etiquetas:
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