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miércoles, 1 de marzo de 2023

Estación Comanche

 

En Estación Comanche (Comanche station, 1960), como, sobre todo, en los otros westerns itinerantes de Budd Boetticher, como Ride lonesome (1959) o Seven men from now (1956), escritos los tres, como Los cautivos (1957), por Burt Kennedy, los personajes no sólo parece que cruzan, surcan el espacio, sino el mismo tiempo. E incluso que el tiempo se desplaza también en y sobre ellos. Los áridos, rocosos, paisajes que recorren son como una pantalla en blanco, un despojado decorado que propicia que las obras asemejen a obras de cámara, aunque sean diversos exteriores y los personajes estén en movimiento, y la naturaleza vibre ya sea con lluvias o con el sol lacerante que parece quemar todos los contornos. Es un pantalla en blanco de tinta invisible, que se va descubriendo por el trazo que van desarrollando las relaciones de los personajes, desvelando, a lo largo del relato, misterios o incógnitas de sus motivaciones, de sus relaciones con el pasado o el futuro. En Comanche station resuenan varias incógnitas, que suscitan especulaciones, en principio erradas, por recelo o presunción ¿Por qué Cody (Randolph Scott) rescata a Nancy (Nancy Gates), cautiva de los indios desde hacía un mes, comprándola o intercambiándola, procedimiento narrado en un largo pasaje inicial, dividido en dos fases, tramado sobre silencios y signos mediante gestualidades, que aposenta ya el misterio? ¿Es realmente, como apunta Lane (Claude Akins), que se unirá a ellos dos más adelante, junto a dos compañeros suyos, Frank (Skip Homeier) y Dobie (Richard Rust), porque lo que le moviliza, como al mismo Lane, es cobrar los cinco mil dolares recompensa que ha ofrecido el marido de Nancy? Un pensamiento que determina que Nancy cambie su ángulo de percepción sobre Cody (de quien pensaba que era un generoso rescatador).

La otra incógnita sobre la que especulan también los personajes: ¿Por qué el marido de Nancy no se ha decidido él mismo a buscarla en vez de meramente ofrecer una recompensa, como si pareciera que le importara poco y no se implicara lo suficiente ( lo mismo que ella piensa de Cody al creer que la rescató por la recompensa)?. La motivación real de Cody se desvelará a mitad de la obra ( y revelado por otros, los compañeros de cabalgada de Lane), propiciando un nuevo giro a las perspectiva de Nancy sobre Cody: Cody lleva largo tiempo, nada menos que diez años, convertido en una figura errante por los pedregosos paisajes en busca de su esposa, capturada tiempo atrás por los indios. En cuanto a lo segunda cuestión generadora de especulaciones, será revelada en el bellísimo final, que confronta, precisamente, con una cuestión latente durante la obra, la capacidad de percepción o el saber ver ( a los otros, el pasado y el futuro): el marido es ciego. En cuanto a los tiempos, el pasado es el que tensa amenazadoramente la relación entre Cody y Lane (quien no se corta en declarar que en cualquier momento intentará eliminarle para cobrar él la recompensa): Ambos estuvieron en el ejercito tiempo atrás, Cody como superior de Lane, quien se caracterizó por su brutalidad contra indios pacíficos, lo que provocó reacciones violentas de estos, como quizá lo mismo haya ocurrido en el presente, y haya provocado que los indios les amenacen continuamente, aunque él niegue que porte cabelleras.

En cuanto el futuro, se incide en esa sensación de personajes suspendidos en el tiempo y espacio. ¿La vida de Cody no es ya un errar anclado en un tiempo pasado, aquel en el que capturaron a su esposa, intentando conjurarlo? Al fin y al cabo, el inicio y el final lo muestran en la misma acción, cabalgando entre las rocas, como si fuera parte de ellas, atrapado en un bucle (literalmente, en la secuencia final desaparece tras las rocas). Y ¿Lane no es un fantasma del pasado, aquel que simboliza una actitud agresora general que condicionó las reacciones de revancha de los indios como capturar mujeres blancas?). No solo se pone en cuestión la dificultad de percepción de los otros, o su difusa condición, sino del mismo modo de vida. Los otros quizá no sean como parecen, o como se les interpreta, del mismo modo que quizá se ha elegido un erróneo de modo de vida. Al respecto resalta la singular relación, que acentúa esa deriva de los personajes y del relato, de los jóvenes compinches de Lane, Frank (Skip Homeier) y, sobre todo, Dobie (Richard Rust), en cuyos diálogos surcan las interrogantes sobre su modo de vida, si realmente existen, como plantea Dobie, supeditados a la voluntad de Lane, o sobre cuáles son las correctas decisiones, ¿es ese errar como fueras de la ley y buscando beneficio cobrando recompensas, cual meros depredadores, o deberían buscar asentarse como corrientes cowboys, llevando una vida ordinaria, estable, asumiendo los sinsabores o frustraciones de esta vida, pero al menos desprovista de la incertidumbre de su vida errante en la que la muerte pende como amenaza sobre ellos en cada instante? ¿Hay posibilidad de cambiar el curso de la vida, de las decisiones, de tomar otro rumbo?. Hay quienes no lo logran, aunque decidan que lo intentarán, y hay quienes permanecen cautivos, incluso fatalmente, de sus propias decisiones. Estación Comanche, el septímo y último western de la memorable colaboración entre Randolph Scott y Budd Boetticher, se define por la precisión del trazo (descriptivo y narrativo: todo un portento de condensación) y la densa y compleja abstracción, rebosante de contrastes y matices, de sus resonancias ( o fisuras).

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