Todos nosotros somos, por naturaleza, bestias salvajes. Nuestro deber como seres humanos es convertirnos en amaestradores que mantienen a sus animales bajo control e incluso a enseñarles tareas ajenas a su bestialidad (Tropical malady, de Apichatpong Weerasethakul, una de las más grandes obras de este siglo).
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