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lunes, 18 de mayo de 2015

Una nueva amiga

El deseo y la identidad se orquestan y se esculpen entre proyectores y pantallas. El deseo se relaciona con la música, y la identidad con la escultura, la música desborda todo papel pautado, mediante arrebatos, improvisaciones, como puede desafinar. Por eso, es una fisura en la piedra de la identidad, ya que se configura entre límites como quien necesita de celdas para definir su reflejo. Pero las fisuras abren ángulos y difuminan los límites, y el deseo puede enrevesarse entre lo que proyecta y la pantalla de la realidad conjugada con otras proyecciones y los límites que establecen un papel pautado en la relación con la realidad y los otros. Las dos, y también espléndidas, obras anteriores, 'En la casa' (2012) y 'Joven y bonita' (2013) se tramaban sobre esa colisión entre apariencia y realidad, entre pantallas y proyecciones, colocándose en primer término la interposición de una mirada que interroga y elucubra, y que, en esta última obra, en 'Una nueva amiga' (Une nouvelle amie, 2014), se interroga sobre sí misma.
En el último tramo de 'En la casa' se contrastaba el substrato real del adolescente, su inscripción en la realidad (la condición de su hogar), con la superficie dominante hasta entonces en la narración, su condición de pantalla y enigma desde la perspectiva elucubradora y especuladora del profesor. En 'Joven y bonita' una elipsis nos hurtaba el tránsito de la variación de perspectiva de la relación de la protagonista, Isabelle, con los hombres, con la realidad, con el deseo y el sentimiento. Tras la vivencia sexual en la que constata que lo real no se correspondía con lo soñado, con el ideal, el cuerpo soñado deriva en muchos cuerpos, los de clientes que la ven como la materialización de un sueño, la pantalla hecha cuerpo desnudo. Los demás personajes, su padre, su madre, su hermano, un cliente con el que establece una especial relación, intentan comprender a Isabelle. Parece un cerrojo, el de la incógnita, aunque quizás sea por su incapacidad de comprenderla, también por lo que proyectan sobre ella, como un reflejo. Es 'la joven y bonita', antes que Isabelle, juventud, piel suave, unos labios, o una hija, o la hermana que a la vez es el misterio de lo femenino. Ella misma se observa, porque no se entiende, porque no entiende cómo funciona, cómo se realizan las conexiones fuera de la pantalla de la imaginación, en la materia de las relaciones, esa realidad que es fricción, donde colisionan los deseos y los sentimientos, y a veces parecen ir en direcciones contrarias.
En 'Una nueva amiga', adaptación de un relato corto de Ruth Rendell, Claire (Anais Demustier) descubre que a David (Romain Duris), el marido de su mejor amiga, Laura (Isid Le Besco), recientemente fallecida, le gusta vestirse de mujer. De hecho tiene un aire a Laura, porque usa peluca rubia (y el cabello de David es oscuro: la primera vez que Claire le ve, de espaldas, tiene la misma sensación que tiene con otra chica rubia que ve de espaldas en el metro, que es Laura: aún no ha asumido que pueda estar muerta. David se justifica con que es una forma de sentirse aún cerca de Laura, y de que su bebé disponga de una madre que ya no tiene. Incluso apunta que es un reflejo de que desea a las mujeres de tal modo que es un modo de sentirse más cerca de ellas: desear a las mujeres es desear ser ellas. Pero ante todo, la razón es que le gusta travestirse. No desea a los hombres, pero le gusta sentirse mujer, y no sólo con la ropa que porta. Sus maneras se feminizan en gestos, aunque en su vertiente escénica, histriónica, mediante amaneramientos. Es un personaje femenino caracterizado con convenciones. Contrastan con los modos expresivos, naturales, sin remarcada seña de identidad cultural genérica de Claire, quien en su forma de vestir conjuga ambas vertientes, o difumina límites de representación de apariencias genéricas. Además, David disfruta con una actividad que culturalmente caracteriza a la mujer, ir de compras ¿Qué es?¿mujer u hombre? Los límites de las definiciones y las identidades se resquebrajan.
La desestabilización se extiende en Claire. Su reticencia primera, que le lleva a calificarle de degenerado, deriva en una conjugación, o multiplicación de proyecciones que abren brechas que revelan deseos agazapados o los propulsan a través nuevas combinaciones, porque la confusión de apariencias y realidades enmarañan el discernimiento y el deseo. Claire comienza a llamar a David Virginia: es el nombre de una amiga inventada que le da a su marido, Gilles (Raphael Personnaz), cuando comienza a ocultar esa realidad paralela con la que quiere preservar una realidad sustitutoria: Claire ve en David, o en su caracterización como Virginia, una réplica de su amiga fallecida. Cada uno vive el luto de un modo distinto. Por tanto, en principio, Virginia reemplaza a la amiga perdida, es la nueva amiga. Es el fantasma de Laura, pero no deja de ser otro cuerpo, y esto introduce variantes que generan desconcierto. Porque el consuelo afectivo también deriva en deseo.
Pero ¿a quién desea?¿Revela el deseo que sentía por Laura y que no se había reconocido ni a sí misma? ¿O el deseo que siente se lo suscita David? ¿O es Virginia, que es un hombre pero para ella no es un hombre, por lo que siente rechazo en el acto sexual al confrontarse con el pene de David, lo que la la determina a huir? ¿De qué huye? ¿Es todo el escenario una fantasía que suscita en ella esa tormenta de deseo y excitación que incluso provoca que imagine a su marido y David besándose desnudos en las duchas del gimnasio, más que realmente esté enfocado, de modo específico, con Laura o con David? ¿Qué proyecta? ¿Qué es lo que desea? ¿Desea a una mujer o un hombre? David lo tiene claro, es una mujer, se siente una mujer, y desea a una mujer como hombre que se siente mujer. No hay conflictos, y canaliza y articula lo que desea, y se subleva ante las apariencias y las definiciones y las categorías y las etiquetas y los límites. Es Virginia. Y así la mirará Claire, tras aclarar su confusión y enfocar por fin a sí misma a través de un cuerpo y una apariencia difusa que multiplicaba y difuminaba los reflejos de su amiga fallecida.

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