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jueves, 9 de abril de 2015

Irma Vep

Hay un cine que se alimenta reflejos, imágenes que remiten a otras imágenes. Hay un cine que reflexiona sobre los reflejos, sobre los difusos límites entre la ficción y lo real, entre cuyas hendiduras, convergencias y (con)fusiones se erige, y a veces se disuelve, la realidad. Somos también lo que imaginamos y soñamos y proyectamos. A la segunda categoría pertenece 'Irma Vep' (1996), una de las obras más inspiradas de Olivier Assayas, pero también su última obra, la más discutible 'Clouds of Sils Maria' (2014). En 'Irma Vep' René Vidal (Jean Pierre Leaud) es un director al que le contratan para realizar una nueva versión de una célebre película silente, 'Los vampiros' (1915), de Louis Feuillade. Pero pronto se atasca y se cortocircuita. Su inspiración para revisitar algo ya realizado desde una perspectiva que aporte otros ángulos, otras perspectivas,que consigan que lo anterior sea lo mismo pero diferente, se basa en la utilización de una actriz china, Maggie Cheung, en vez de una actriz francesa. Es una fantasía, una imagen, una singularidad, que no logra dotar a la obra de esa singularidad que busca. Las imágenes que rueda se remiten a las imágenes del pretérito. Se confunden porque son su recreación sin ser otras, como si el cine no hubiera avanzado. Como si sólo se alimentara de referencias (en lo que se había enquistado el cine desde la década de los 80 con la inflación e inflamación de cine fundamentado en las referencias y las citas y los homenajes, cine de cinéfilos que se constituía sobre reconstrucciones de tipos y situaciones ficcionales, la fetichización del lenguaje). Esta tendencia acentuó la preeminencia de la levedad, el rechazo de la densidad y la complejidad, el metarrelato como juego más que como reflexión.
Maggie Cheung es entrevistada por un periodista que escupe su desprecio sobre el cine intelectual que se alimenta de subvenciones e interesa a un reducido público, y realiza una apología del cine espectáculo, en su vertiente más testosterónica, que es el que, afirma, interesa al público mayoritario (el cine de John Woo, las películas protagonizadas por actores que eran ante todo músculo, como Jean Claude Van Damme: el cine como mero escape, la atracción primaria del alarde formal, las coreografías de los montajes de los tiroteos o de las peleas) Otra interrogante sobre la circunstancia entonces del cine, en una década de los noventa que pareció perder el paso para abrir pronto nuevas vías de la que esta obra es modélico ejemplo: ¿qué es eso de la identidad nacional del cine? ¿hay un cine francés tipo al que amoldarse, o rechazar, por pesadamente intelectual, porque es su inevitable tendencia? Ese intento de utilizar otra figura, una actriz china, para interpretar a un personaje francés no sólo característico, sino mítico, como el interpretado por Musidora en la película de Feuillede, busca abrir brecha, desvíos, rupturas mediante la extrañeza, con la combinación, con una mutación de lenguajes que se abra a la multiplicidad (lo que podía derivar en superficiales mixturas formales). Maggie Cheung, además, representa a un cine oriental de género que estaba influyendo en el cine occidental: una nutrición y absorción que también reflejaba una búsqueda desesperada de nuevas formulas que aportaran ilusión o espejismo de novedad o de diferenciación: el injerto quirúrgico como destello de singularidad. La película, en cambio, aporta nuevos senderos fructíferos, una construcción laberíntica que se despliega en la multiplicidad de los reflejos, encontrando el hilo precisamente en el descentramiento narrativo: la trama es la propia reflexión sobre las construcciones de la trama de las proyecciones en la ficción y la realidad, y entre ambos.
Maggie Cheung, por su parte, en la segunda senda o vía en la que se enrosca y amplifica en juego de espejos la interrogante narración, también comienza a sugestionarse con el personaje q que interpreta. Tras que Vidal le exprese sus dudas y desconciertos, su atasco de inspiración y motivación, porque siente que hace algo que resulta falaz, la actriz se viste con el traje de latex de su personaje y recorre los pasillos del hotel con actitud furtiva, incluso introduciéndose en habitaciones ajenas, como si ella fuera el personaje, Irma Vep, o un personaje entremedias, como si habitara en una pantalla. En una habitación sorprende a una mujer desnuda que está hablando por teléfono: la actriz que la interpreta es Arsinée Khanjian, la esposa y actriz habitual del cine de Atom Egoyan (quien en principio iba a realizar, como Claire Denis, una obra sobre un extranjero en París), otro cineasta que exploró la entraña y condición de la imagen, los difusos límites entre lo real y la ficción, entre realidad y representación, la condición equívoca de las apariencias, los límites de la percepción, las proyecciones: el contraste significativo en esta secuencia entre la desnudez de una y la máscara y caracterización de la otra( ¿dónde acaba la desnudez y dónde empieza la máscara?). En la tercera vía narrativa, entremedias, en el espacio real, en el supuesto espacio real, Zoe (Natalie Richard, actriz que, como Bulle Ogier que interviene como secundaria, había trabajado con Jacques Rivette, otro cineasta que reflexiona sobre los difusos límites entre la realidad y la representación, que difumina, y sobre la entraña de laberinto y condición especular de la realidad), la encargada del vestuario, se siente atraída por Maggie Cheunge. El deseo y el sentimiento la cautivan y ofuscan. No deja de ser apunte mordaz que sea encargada de vestuario. Viste con su proyección a la mujer que desea, el sujeto que es objeto porque es representación. Los tres se atascan en sus fantasías, el director cuando advierte en las primeras proyecciones de lo rodado que no se corresponde con lo que pretendía, que se había obnubilado con una fantasía, una imagen de ruptura, una actriz china interpretando un personaje mítico nacional, pero no encuentra sino meras imágenes. La actriz se fascina con su propia caracterización, esa imagen de mujer investida en cuero negro, esa figura de gesto furtivo que parece que incursiona en la realidad de puntillas como una incógnita a la vez que una transgresión.
Y Zoe con un cuerpo que viste con sentimientos y deseos cuando no es sino ante todo una fantasía, una representación. Los tres colisionan con lo real. El director entra en crisis, incluso teniendo una lance violento con su propia esposa (como si la frustración también implosionara, por extensión, su propia realidad, o evidenciara sus inconsistencias y carencias, las que una fantasía podía parecer contrarrestar, la fantasía de introducir lo novedoso, una representación novedosa y una realidad nueva). Posteriormente, Leaud interpretaría en la también bella 'Le pornographe' (2001), de Bertrand Bonello, a otro cineasta en circunstancia de atasco. Ambos cineastas utilizan al actor como representación de un cine pretérito y de una época pasada. Bonello lo reutiliza, por su lado, para interrogar sobre qué fue de aquella mirada comprometida y combativa de finales de los sesenta y setenta que parecía haberse quedado atascada en la apatía y el desconcierto. La actriz, Maggie Cheung, será sustituida por otra actriz, francesa, cuando otro director, Mirano (Lou Castel, actor característico del cine de Fassbinder, cuya obra 'Atención a esa prostituta tan querida', 1971, Assayas reconoce como su principal inspiración) supla a Vidal. Y Zoe optará por aturdirse y entumecerse en la embriaguez en precipitación cuando asuma que no tiene posibilidad alguna de que la actriz le corresponda. Las pantallas y la realidad entran en colisión, sin encontrar un punto de convergencia: en las últimas imágenes que ha montado el director se superponen rayas y líneas sobre los ojos de los personajes, una alteración que ya es declaración de impotencia, negación, borrado que refleja la incapacidad de crear imágenes que reflexionen sobre los reflejos y reflejen lo real. Incluso, se puede decir que resultan las fantasías y las ficciones las dominantes, imágenes que son abismo, simulacros de los real, imágenes que son fugas, juegos inconscientes, imágenes que son distancia, proyecciones mudas de la mente.

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