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sábado, 9 de enero de 2016

Spotlight

Quien admirara la extraordinaria serie 'Lou Grant' (1977-82), probablemente admirará 'Spotlight' (2015), de Tom McCarthy, ya que, incluso por el tipo de trabajo lumínico y cromático, parece un excelso doble capítulo de aquella serie algo más de treinta años después. En una y otra vibra ese noble espíritu del periodismo comprometido que desentraña las falacias y se enfrenta a la autoridad, o el sistema, término que emplea el mismo nuevo director de 'The Boston Globe', Marty Baron Lieve Schriver), extraño en la ciudad que irrumpe como un elefante en una cacharrería con su primera decisión de investigar unos posibles casos de pedofilia realizados por sacerdotes católicos, encargo adjudicado a una sección del periódico, denominada Spotlight, dedicada a la labor de investigación en profundidad con reportajes cuya elaboración puede conllevar meses, e incluso, un año. Es la representación quintaesenciada del rigor periodístico que deja de lado la convulsa búsqueda del títular impactante, como Templeton, aquel personaje que el propio McCarthy interpretaba en la quinta temporada de 'The wire', tendente a fabricar noticias para alcanzar notoriedad, y que llega hasta ganar el Pulitzer, inspirado en el periodista Jim Haner (David Simon declaró que Haner nunca había sido penalizado por sus superiores aunque hubieran descubiertos que sus reportajes eran fraudulentos). La acción desentrañadora narrada con modélico dinamismo en 'Spotlight' tuvo lugar durante el 2001, siendo publicado el artículo resultante en enero del 2002. Y destapó miles de casos de abusos sexuales en Boston por parte de sacerdotes católicos.
También se podría establecer cierra equivalencia, en cuanto configuración protagonística, entre los equipos de 'Spotlight'' y 'Lou Grant', entre el jefe del equipo, Robinson (Michael Keaton) y Lou (Edward Asner), entre Sacha (Rachel McAdams) y Billie (Linda Kelsey), serenas y con mente clara, Rezendes (Mark Ruffalo) y Rossi (Robert Walden), ambos menudos y de gestualidad nerviosa, como en permanente hervor. Y en cuanto figuras de superiores, entre el redactor jefe, Bradlee (John Slattery) y Hume (Mason Adams). Ya hay más divergencia entre la propietaria Pynchon (Nancy Marchand) y el nuevo director, Baron. Los personajes están trazados con económica precisión, definidos con escuetos rasgos, sobre todo por su entregada, o más bien consagrada, dedicación a la labor periódistica (tengan relaciones de pareja o no; la figura en segundo plano de la pareja de Sacha; el desastrado hogar de Rezendes; la ausente esposa de Robinson que se niega a acudir a eventos). En este sentido destaca la escueta caracterización de Baron, alguien que siempre parece estar en la redacción realizando alguna labor, bien definido por su mirada entre distraída y reflexiva, y que transpira un talante cabal y templado (una gran interpretación de Schriver, que contrasta con la del personaje protagonista de la excelente serie 'Ray Donovan').
'Spotlight' parece una obra de otro tiempo, como la reciente, y también, revulsiva, 'El puente de los espías', de Steven Spielberg, y adquieren la condición de necesarias, cine de miradas comprometidas que no saben de (auto)complacencias, y que introducen el dedo en la llaga, de las inconsistencias del Sistema (no hay intocables, sí pueden ser demolidas los que se enroscan en sus posiciones de privilegio en las instituciones de poder) y de cualquier ciudadanía del mundo (las alambradas y los muros se colocan por doquier). 'Spotlight' pertenece a la estirpe de aquellos lúcidos y combativos periodistas retratados en el cine de Richard Brooks, sea el que encarnaba Humphrey Bogart en 'El cuarto poder' (1952), frente a la corrupción dominante en la ciudad, Arthur Kennedy en 'El fuego y la palabra' (1960), frente al negocio de los predicadores, Paul Stewart en 'A sangre Fría' (1967), frente a la pena de muerte, o Sean Connery en 'Objetivo mortal' (1982), en la que el Gobierno llega a colocar unas bombas en ciertos elevados edificios de Estados Unidos para incriminar a enemigos de Oriente Medio (en la lid por las riquezas petrolíferas), o la hábil estrategia de adoptar el papel de víctima. Sin olvidar, por supuesto, el referente manifiesto, también en tratamiento visual, tanto para la serie como para la película, de 'Todos los hombres del presidente' (1975), de Alan J Pakula.
En 'Spotlight', esa rabia e indignación de demoler muros y asaltar los templos o palacios de los poderosos para revelar sus abusos e infamias, se hace narrativamente al galope, con un brío contagioso. No son abundantes las composiciones musicales, pero la espléndida banda sonora compuesta por Howard Shore marca el exultante ritmo de la narración, con las vigorosas notas del piano que arrancan en el minuto uno e impulsan el relato en un galope que no cesa hasta que concluye dos horas después. 'El puente de los espías' o 'Spotlight' nos recuerdan que aún no estamos muertos, que hay hombres y mujeres firmes que sí logran transformar el Sistema o, llamemósle, la realidad que tanta veces enquistamos con nuestra corrupción y ciega visceralidad, para que sí sea más justa. Se estrena el 29 de enero esta excelente obra de un cineasta que ya había realizado notables obras como 'Vías cruzadas' (2003) o 'The visitor' (2008) La íntegra magnífica banda sonora de Howard Shore

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