lunes, 2 de octubre de 2023

La mujer de fuego

 

En el género del western también nos podemos encontrar con obras que raramente se suelen mencionar en las antologías, o que pertenezcan a la mítica establecida con una serie de títulos, y de los que poco se habla o poco se recuerda. Un ejemplo es La mujer de fuego (Ramrod, 1948), de Andre De Toth, un excelente western de compleja dramaturgia que sabe lidiar con una trama de variados vericuetos y con saltos de perspectivas de diferentes personajes, además muy precisamente perfilados por el guion de C. Graham Baker y Cecile Kramer, según el argumento de Luke Short. Se puede apreciar en esta obra, por un lado, ciertos vasos comunicantes con otro género, el noir. Al año siguiente, se estrenó otro estupendo western, Sangre sobre la luna, de Robert Wise, también basado en una novela de Luke Short, y en la que esa asociación con el film noir se evidenciaba aún más en los magníficos claroscuros de su fotografía. Y bien claro es en Juntos hasta la muerte (1949), de Raoul Walsh que adaptaba al western su previo film noir, El último refugio (1941), con Humphrey Bogart. Por otro lado, es también otro ejemplo, y reflejo, de la irrupción de la mujer como agente competitivo en el mundo laboral, manifiesto en el personaje de Connie (Verónica Lake), ganadera enfrentada a otros ganaderos (que ya dominan el territorio), determinada a no ser marginada o ninguneada, esto es, extraída de la posible repartición de territorio, pese a sus presiones. Pero como decía, esa trama de enfrentamientos de ganaderos se podría extrapolar al género negro como si fueran dos bandas de gangsters.

Brillante ya es cómo en las cuatro o cinco primeras secuencias, en cinco minutos, ya se ha definido las fuerzas en conflictos, y con una cualidad añadida, por cómo va creando una atmósfera de tensión, de incertidumbre, mientras progresivamente va suministrando los datos sobre el papel de cada personaje en el escenario de conflicto: En una carreta llega al pueblo Connie, con su prometido, Walt, acompañados de Dave (Joel McCrea), el subalterno que apoya con el dominio de las armas, ante la atenta mirada del padre de Connie, Ben (Charlie Riggles); Dave conversa, primero en calle y luego en un bar, con el sheriff Crew (Donald Crisp), quien le plantea que no debería involucrarse (ya queda expuesto el carácter integro y justo de Dave); Dave habla posteriormente con Walt y con Connie, ya quedando definido que Walt quiere traer ganado de ovejas al pueblo, en el que prevalece el ganado vacuno, a lo que se oponen Ben e Ivey (Preston Foster), el cual aparecerá cuando Walt baje a coger la diligencia (su éxito depende de que la coja, pero se verá incapaz de enfrentarse a Ivey; no sólo eso, al día siguiente abandonará a Connie). Ésta, que está harta de plegarse a los designios de su padre y sobre todo de Ivey (que se siente atraído por ella), quien, como dice, se cree Dios en la zona, y no lo es, está decidida a enfrentarse a ambos. Dave es el personaje intermedio, en principio remiso a decantarse por apoyar a nadie, porque, como dice, sólo quiere pagar por sus errores, no por los de otros. Pero en cuanto se encuentra con que Ivey quiere echarle del pueblo por apoyar a Walt, decidirá a unirse a Connie, para así demostrar que, efectivamente, Ivey no es dios pese a que se crea que puede regir la realidad según sus designios..

Un detalle que define a este personaje de talante templado y sereno que es Dave es que arrastra el dolor de la muerte de su esposa e hija años atrás por causa de un incendio. La cuestión, o conflicto, es que ni un bando ni otro se atendrán a los designios de la ley, recurriendo a la brutal presión o las aviesas y esquinadas tácticas, incluido el amigo de Dave, Bill (Don DeFore), que provoca a uno de los hombres de Ivey para matarle (admirable cómo De Toth refleja la crudeza de la violencia, cuando le quema la mano con un cigarrillo para provocarle; o lo esforzado y doloroso de las recuperaciones cuando te han disparado, como en el caso de Dave), o Connie, quien decide provocar, con la colaboración de Bill, provocar una estampida en su propio ganado para que se crea que ha sido obra de Ivey; lo que determinará la muerte del sheriff cuando vaya a detener a Ivey. Una de las más brillantes secuencias, de medida modulación, es la del acoso, en la noche, de Ivey y dos de sus hombres a un apostado Bill entre las rocas, y su resolución jugando con el fuera de campo. La mujer de fuego es un western noir a reivindicar de Andre De Toth, quien realizará otro estupendo western, de notoria turbiedad, Day of the outlaw (1959). También se convierte en otro atinado reflejo de las convulsas agitaciones sociales (las luchas por el poder económico) tras la segunda guerra mundial.

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