lunes, 2 de mayo de 2022

Escuela nocturna (Blatt & Ríos), de Lee Child

 

Escuela nocturna (Blatt & Ríos), de Lee Child, es la veintiuna novela protagonizada por Jack Reacher, pero retrocede en el pasado, al tiempo en que Jack Reacher era un comandante militar antes de convertirse en una figura errante que viaja con lo puesto, incluido el dinero en efectivo necesario. Aún era un hombre institucional que cumplía su función dentro de un sistema, antes de decidirse a salirse del mismo, como una figura flotante que simplemente se desplaza en el espacio del territorio estadounidense, sin vínculos fijos, ni móvil ni vida registrada en la red virtual. Un singular fantasma que resuelve entuertos allá donde se los encuentra. Esa <<escuela nocturna>> a la que se refiere el título no es sino una tapadera para una pasajera asociación entre varías agencias gubernamentales, la militar con la CIA y el FBI, para resolver, contrarreloj, una circunstancia que aparente amenaza aunque no se sepa con precisión cuál es en concreto esa amenaza y de qué calibre. Los datos que se conocen, y que hacen sonar las alarmas, los facilita un iraní que ejerce de agente doble en Hamburgo. Un grupo terrorista de Oriente medio ha establecido un trato con un estadounidense no identificado que implica el desembolso de 100 millones de dolares. Se ignora qué es lo que va a suministrar el estadounidense, pero, dada la cifra que se está dispuesta a pagar, debe ser algo que adquiere la consideración de peligroso.

La narración se convierte en una vibrante dinamo narrativa que, con la despojada concisión característica de Child, transmuta en ritmo secuencial la carrera contrarreloj para realizar esas averiguaciones que delineen la necesaria línea de puntos, constituida por la identificación del qué y el quién, que posibiliten la interceptación de ese intercambio. De nuevo, la capacidad especulativa de Reacher, en este caso escoltado por la sargento Negley, se aúna a su capacidad resolutiva física cuando se da la circunstancia del encontronazo con figuras del puzzle que también habrá que identificar, ya que en la maraña a la que se enfrentan, y que hay que esclarecer, también participan otros interesados, otros grupos con su particular agenda, que intentan averiguar, o directamente apropiarse de ese misterioso qué, el cual, por un motivo u otro, parece muy valioso. Es un campo de juego en el que, progresivamente, se va descubriendo a los participantes, aunque algunos tengan la habilidad de permanecer largamente en la sombra, sin ser advertidos. Y del mismo modo que, en ocasiones, la línea de puntos perfila una dirección decisiva solo porque alguien hizo una anotación tonta acerca de una llamada telefónica tonta, que sobrevivió más o menos siete niveles distintos de burocracia, también las líneas no se cruzan aunque quizá la distancia entre perseguidores y perseguido sea de unos pocos metros. En varios momentos, el norteamericano perseguido y Reacher se rozan sin saber que están a escasa distancia el uno y el otro. El azar también juega su papel, más allá de la pericia especulativa.

Esa persecución con tiempo limitado de resolución puede también recordar a la del asesino Chacal por parte de la policía francesa, que trata de identificarle e interceptarle antes de que atente contra el presidente francés, en la novela de Frederick Forsyth, cuya adaptación cinematográfica, en 1973, fue dirigida por Fred Zinnemann (y que tuvo una variación, en otro contexto y tiempo, dirigida por Michael Caton-Jones, en 1997). Se alternan sus evoluciones, en un montaje alterno, pero también, puntualmente, aun en menor medida, las de otros participantes en la partida, la mensajera del grupo terrorista, la policía alemana (que investiga el asesinato de una prostituta) y las averiguaciones que realiza cierta organización que dispone de útiles contactos en la dirección de tráfico para interferir en la persecución. En suma, un tráfico en el que las direcciones casi se cruzan sin saberlo o a veces colisionan de modo imprevisto, colisiones que, en ocasiones, reconfiguran el mapa del tesoro ( o de ese misterioso qué), en cuyo origen se encuentran unas historias familiares (Es como si las historias hubieran sido un mapa del tesoro). En en el entramado enmarañado de figuras individuales se bosquejan diversos escenarios de conflicto que conectan presente con pasado, desde el presente conflicto en Oriente Medio, y la amenaza terrorista a finales del siglo XX, cinco años antes del atentado de las Torres Gemelas, hasta la pervivencia del nazismo en la sociedad alemana, pasando por los residuos de las tensiones de la Guerra Fría entre Rusia y Estados Unidos durante la década de los cincuenta. Conflictos tramados con la misma carne podrida de la bestia que reside en el ser humano, da igual la nacionalidad o la justificación o creencia que se enarbole. La historia que se repite, aunque varíe el decorado. El ser humano y su tendencia a la inconsecuente (auto)destrucción. Reacher imparte otra lección de escuela nocturna, otro desafío para evitar que el ser humano se convierta en las ruinas de su inconsecuencia.

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