jueves, 4 de noviembre de 2021

La ruleta de la fortuna y la fantasía

                          

Un edificio en construcción, diferentes vías (que pueden ser túneles) y diversidad de posibles puentes. Son tres metáforas espaciales, metáforas de distintas circunstancias sentimentales,  que condensan, en el plano de sus respectivas conclusiones, el entramado conceptual de cada uno de las tres historias, Magia (o algo menos reconfortante), Una puerta abierta de par en par y Una vez más, que componen La ruleta de la fortuna y la fantasía (Guzen to sozo, 2021), de Ryusuke Hamaguchi. Con respecto al cine de Asghar Farhadi se ha escrito que ante todo es un cine dramatúrgico. Se podría decir lo mismo de esta obra, y además sería más preciso. La diferencia es que el cine de Farhadi es más narrativo. Es crucial su sintaxis, su progresión narrativa (como la configuración de un embudo), y la relevancia, también figurada, de la elipsis o del fuera de campo (es fundamental la ambivalencia de lo que no se ve o sabe). Es un cine secuencial. La ruleta de la fantasía y la fortuna es más escénica (con importancia capital del diálogo). No es dramática, el naturalismo despojado de sus límpidas imágenes colinda con el artificio (como si fueran abstraídas de la circulación ordinaria aunque sus escenarios sean ordinarios; los personajes parecieran habitar su particular cápsula escénica). No hay tensión narrativa o atmósfera emocional sino una distancia observacional de ese extraño espécimen llamado humano. Se ha asociado, por temática y estilo, al sobredimensionado cine del coreano Hong Sang Soo aunque afortunadamente no recurre de modo tan frecuente al zoom (desaliño formal que parece reflejar pereza estilística). Sí hay una secuencia en la que se usa el zoom, aunque como singular signo de puntuación cual punto y coma que replantea un refraseo, o la variación de la escena con otro desarrollo diferente (una de las ideas más sugerentes de la narración).

El primer relato, Una magia (o algo menos reconfortante), comienza con el relato de un acontecimiento. Un relato verbal de un acontecimiento sentimental, el que comparte, en un taxi, Tsugumi (Hyunri) con su amiga Meiko (Kotone Furukawa), tras finalizar una sesión fotográfica en la que la primera se ocupaba de maquillaje y peluquería y la segunda era la modelo. El motivo de esta decisión narrativa se revelará poco después. Parece un relato verbal de un acontecimiento pero sí es un acontecimiento para Meiko (quien sabe bien disimular el impacto, como buena modelo que sabe cómo actuar como imagen). Ha deducido que el hombre con el que su amiga tuvo una primera cita fue Kazuaki (Ayumo Nakajiwa), el hombre con el que rompió dos años atrás (debido a sus propias infidelidades). La imagen del edificio en construcción apunta a esa condición de cimientos sin definir que puede caracterizar a aquellos cuya actuación sentimental se define por el comportamiento errático, veleidoso o indefinido. Ella le busca. El primer plano que contiene ambos señala una distancia física (uno en cada extremo del encuadre) que se corresponde con la emocional. ¿Qué quiere ella? ¿Reconstituir una relación meramente porque le ha contrariado que él pueda sentirse atraído por otra? ¿Es, emocionalmente, una mera modelo que ansía sentirse el centro de atención de los otros, mientras que sus sentimientos se definen por la indeterminación? ¿Es más una cuestión de vanidad? ¿Kazuaki se siente ofuscado porque no sabe lo que quiere o porque se ve desestabilizado por la contradicción y volubilidad de Meiko?

El segundo episodio, Una puerta abierta de par en par apunta a las posibles direcciones que ofrece la ruta vial de la vida. La variación de dirección, de ruta, puede darse de modo imprevisto. Una atracción inesperada implica abandonar esa dirección que se creía la más sugerente ruta que transitar. Nao (Katsuki Mori) accede a hacer un favor a su amante Sasaki (Shouma Kai), complicar a Segawa (Kiyohiko Sbuhawa), el profesor que le había humillado (o así él lo sentía), poniéndole en una delicada situación sexual que le comprometa (grabando la conversación); no imagina que esa circunstancia, que es escenificación, propicie una inesperada auténtica y singular conexión. Pero también la variación de dirección puede producirse por el infortunio, por la infausta concatenación de circunstancias. El azar y sus abismos (o las torpezas que también reflejan que poco controlamos los acontecimientos). En cambio, en el tercer episodio, se refleja cómo los túneles podrían ser puentes. Aparentemente, dos amigas, Moka (Fusaku Urube) y Nana (Aoba Kaai), se reencuentran veinte años después. El encuentro, cuando una entra en una estación de metro y la otra sale. Los imprevisibles cruces en la circulación cotidiana. El singular giro dramatúrgico revela que una y otra estaban equivocadas. Habían pensado que la otra era quien no era. Son realmente dos extrañas. Pero el azar ha determinado una inesperada conexión. No son quienes pensaban que eran pero se ha trazado el puente de una nueva amistad.

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