miércoles, 31 de enero de 2018
Página en blanco
'Cómo alguien puede saber lo que es la realidad' , dice entre frases Victor (Cary Grant) en un momento de la deliciosa 'Página en blanco' (The grass is greener, 1960), de Stanley Donen. Es una frase casi dicha para sí mismo en mitad de una conversación, pero que define a una película con apariencia de ligero vodevil, pero que entre líneas posee una notable densidad, en forma de cargas de profundidad, y con mucha ironía, sobre la movediza e impredecible condición de los sentimientos y de las relaciones, por mucho que se quiera domar con los rituales del hábito ( que fácil derivan en inercia) o con un imperativo afán de control (en duelo entre impulsos y estrategias). En suma, el desconcierto desestabiliza por cualquier motivo a los personajes, y Donen lo ha radiografiado corrosivamente con los delicados tules de la comedia, sea en este caso, o en las igualmente estupendas 'Indiscreta' (1958), la película favorita de Cary Grant, 'Dos en la carretera' (1967) o hasta 'Charada' (1963), o cómo poner rostro a una sombra que te ha deslumbrado y que ya domina el paisaje de tu mirada.
En 'Página en blanco', la corrosión de la mirada sobre las conductas, sobre todo sentimentales, vienen ya anunciadas en sus divertidos títulos de crédito (creados por Maurice Binder), con varios bebés en pañales en un verde prado. Los propios autores de la obra teatral, Hugh y Margaret Williams, realizan la adaptación de su obra teatral, en la que brillan sus afinados diálogos. Es la segunda producción de Grandon, la productora que crearon Grant y Donen. La primera había sido 'Bésalas por mí' (1957), su primera colaboración de cuatro. En principio Grant no iba a interpretar a Víctor, sino Rex Harrison, así como Kay Kendall a Hillary, pero a la actriz le diagnosticaron leucemia (causa de su fallecimiento ese mismo año, en 1959) lo que determinó que su marido, Harrison, desestimara seguir con el proyecto para dedicarse a su cuidado. Grant, pese a que tenía sus reticencias, decidió protagonizar la película porque ya estaba en marcha la producción. También Mitchum se añadió en el último momento, tras que Charlton Heston y Rock Hudson rechazaran el papel. Grant, además de alabar su interpretación, declaró que había salvado la película,
En 'Página en blanco' ,Donen insinúa con sutilidad la grieta inminente en la relación marital en la primera secuencia compartida entre Victor y su esposa Hilary (Deborah Kerr), quienes llevan diez años casados, y acaban de despedir a sus dos pequeños hijos por dos semanas. La complicidad es manifiesta entre ambos (esa forma de cogerse la mano mientras ella asciende las escaleras de entrada de la mansión), pero en el dormitorio ella le dice que quiere leerle algo que no es sino un poema, hecho que él interpreta, porque ha llegado la primavera, como una forma de insinuarle que necesita dinero para nueva ropa. Pero claramente el poema indica un contenido anhelo de sentir que en su vida brote más bien una sensación de Acontecimiento.
Las apariencias no son lo que parecen, y quizá la relación, aun cómplice, se ha quedado mullidamente estancada en una inercia, como un espacio que ya es en parte hogar pero también decorado escenográfico, como refleja el propio espacio en el que viven, ya que dada su precaria situación económica han recurrido a la conversión de su mansión en una atracción para turistas. Esta alteración del escenario del hábito está eficazmente descrito en la conversación que mantiene Víctor con su mayordomo, mientras recorren las sucesivas estancias acordonadas para el recorrido turísticos (estancias que son ya más ornamento que espacio habitado), mientras éste expresa su malestar porque se siente poco necesario, y hasta sugiere que le despida o le rebaje tres libras de sueldo. Y define a Víctor como tradicional, con lo que este no está conforme, por lo que le replica que él no es tan tradicional, ya que sí ha sabido adaptarse a los tiempos, dado el negocio que ha montado con su mansión, y para demostrárselo le reducirá del sueldo esas libras. Tras lo que mostrará su desagrado, al ver llegar un autobús de turistas, por la intrusión de unos turistas que ensucian todo a su paso (en suma, Víctor es un personaje oscilante entre las contradicciones o paradojas).
Sí habrá otra intrusión más desestabilizadora. Un magnate del petroleo, Delacro (Robert Mitchum), que quitó el 'ix' final de su apellido porque sus compatriotas no se llevan bien con la 'X', irrumpe en la habitación de Hilary, haciendo pasar por un error lo que es curiosidad por conocer a los habitantes de la mansión. En el rostro de Hilary (qué gran actriz Deborah Kerr) se advierte pronto el impacto que supone para ella Delacro. En su conversación, Donen juega con suma habilidad tanto con el paso de planos medios a planos más cortos, como con el montaje interno y los movimientos de las personajes, cual coreografía de emociones (y que demuestra lo que separa al cine del teatro, ya que adapta una obra teatral). Durante su conversación salen al exterior y conversan ante la orilla de un rio, cuya superficie esta cubierta de plantas ( una sutil manera de insinuar cómo esas aguas de la emoción en Hilary, tamizada por el hábito, empiezan a aflorar).
En las sucesivas secuencias, breves, apunta con sutilidad el impacto que ha causado en sus emociones Delacro: Su expresión ausente mientras se baña o lee el periódico matinal junto a Victor, quien advierte su mirada distraída, y sabe lo que indica cuando ella anuncia que irá a pasar la noche en Londres (porque ya había advertido la electricidad que se había creado entre ambos cuando había irrumpido en la habitación justo cuando Delacro hacía una foto a Hilary). Donen filma una de las mejores secuencias en su filmografía en el encadenado de movimientos de cámara que asocia espacios vacíos (las dos butacas del teatro, el mantel con comida junto al río, la mesa en el restaurante, hasta acabar con una puerta que se cierra: no se puede decir con más sutilidad, ingenio y elegancia lo que ha tenido lugar entre Hilary y Delacro). Victor no será ajeno a ésto, sobre todo gracias a la amiga en cuya casa en Londres pasa Hillary esos días, y que fue novia anterior de Victor, Hattie (Jean Simmons) , bien descrita en su presentación decidiendo dónde se pone un lunar en su rostro, y descubriendo que el agua de la bañera se ha desbordado. Victor decide que la mejor estrategia para recuperar a Hilary es no buscar el enfrentamiento,la discusión, porque eso erosionaría cualquier posibilidad, y decide invitar a Delacro ese fin de semana.
El resto del metraje narra esta reunión, o cuadrilátero, en el que los impulsos entran en colisión, o duelo, con las estrategias, mientras sacuden a los personajes las interrogantes de qué es la realidad, o qué son los sentimientos, o qué es una relación, como quien mira hacia otro lado mientras lanza una densa interrogante que te hace trastabillar. El mismo mayordomo, Trevor (Moray Watson), con aspiraciones a novelista, señala tras lo acaecido en la mansión que dejará de escribir dado que la realidad, como la misma circunstancia de la que ha sido testigo, supera a cualquier invención que se le ocurra. Parece un vodevil pero no creo que ande lejos de las afiladas implicaciones de otra gran comedia con notables cargas de profundidad, 'Sonrisas de una noche de verano' (1955), de Ingmar Bergman.
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