domingo, 7 de septiembre de 2014
Marguerite Duras y el dolor
'He vuelto a llorar, cada día lloro por el admirable error de la vida'.
'De pronto levanté la cabeza y el piso había cambiado, también la claridad de la lámpara, amarilla de pronto. Y de pronto la certeza, la certeza como un alud: está muerto. Muerto. Muerto. El veintiuno de abril. Muerto el veintiuno de abril. Me levanté y fui al centro de la habitación. Todo sucedió en un segundo. Terminaron los latidos en las sienes. Ya no se trata de eso. Mi rostro se deshace, cambia. Toda yo me deshago, me abro, cambio. No hay nadie en la habitación donde estoy. Y no siento el corazón. El horror asciende lentamente como una inundación, me ahogo. Ya no espero, de miedo que tengo. ¿Ha terminado? ¿Ha terminado? ¿Dónde estás? ¿Cómo saberlo? No sé dónde se encuentra él. Tampoco sé ya dónde estoy yo. No sé dónde nos encontramos. ¿Cuál es el nombre de este lugar? ¿Qué es este lugar? ¿Qué es toda esta historia? ¿De qué se trata? ¿Robert L? ¿Quién es? No más dolor. Estoy a punto de comprender que ya no hay nada en común entre este hombre y yo. Lo mismo daría esperar a otro. Yo ya no existo. Así pues si ya no existo, ¿por qué esperar a Robert L? Si es que me gusta esperar, ¿por qué no esperar a otro? Ya nada en común entre este hombre y ella. ¿Quién es este Robert L? ¿Ha existido alguna vez? A fin de cuentas ¿qué hace que Robert L exista? ¿Qué hace que le espere a él, precisamente a él?¿Qué es lo que ella espera en realidad?¿Qué otra espera espera ella?¿A qué juega desde hace quince días haciéndose ilusiones con esta espera?¿Qué pasa en esta habitación?¿Quién es?'
'Una de las mayores naciones civilizadas del mundo, la capital de la música de todos los tiempos, acaba de asesinar a once millones de seres humanos con el sistema metódico, perfecto, de una industria de Estado. El mundo entero mira la montaña, la masa de muerte dada por la criatura de Dios a su prójimo. Se cita el nombre de tal literato alemán que ha resultado afectado y que se ha vuelto muy sombrío y a quien estas cosas han dado que pensar. Si no se considera este crimen nazi como algo que hay que generalizar a escala del mundo entero, si no se entiende como un crimen a escala colectiva, el hombre del campo de concentración de Belsen que ha muerto solo, con un alma colectiva y una conciencia de clase, la misma con la cual hizo saltar el perno del raíl, una noche, en un lugar de Europa, sin jefe, sin uniforme, sin testigos, ha sido traicionado. Si se toma el horror nazi como un hecho alemán y no como un hecho colectivo, se reduce al hombre de Belsen a dimensiones de ámbito regional. La única respuesta que debe darse a este crimen es convertirlo en un crimen de todos. Compartirlo. Como las ideas de igualdad, de fraternidad. Para soportarlo, para tolerar la idea, compartir el crimen.'
('El dolor', Marguerite Duras)
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