viernes, 12 de abril de 2013
Tipos legales
1. Comedia para huir como si te persiguiera una enfurecida manada de zombies. ‘Tipos legales’ (Stand up guys, 2012), de Fisher Stevens. De la misma manera que hay un revival, o una resurrección de los musculosos héroes que dominaron las pantallas en la década de los ochenta y noventa, con Sylvester Stallone a la cabeza, también parecen apuntarse al carro los viejos gangsters o ladrones, delincuentes de a pie de calle que hacían más uso de la pistola, del ingenio o de cierta picaresca, como los que encarnaron Christopher Walken y Al Pacino. El primero, en especial por sus trabajos con Abel Ferrara, ‘El rey de Nueva York’ (1990) o ‘El funeral’ (1995). El segundo más que por su severo espectro de Michael Corleone en la saga de ‘El padrino’, de Francis Coppola, por sus histriónicos pillos o seductores de gestos que eran más bien aspavientos como los de los molinos con los que combatía El Quijote, entre los protagonistas de ‘Tarde de perros’ (1975), de Sidney Lumet, ‘Atrapado por su pasado’ (1993), de Brian De Palma o ‘Donnie Brasco’ (1997), de Mike Newell, con maneras de su personaje de ‘Frankie y Johnny’ (1991), de Gary Marshall, y baile incluido que rememore la interpretación que le reportó un Oscar, ‘Esencia de mujer’ (1992), de Martin Brest.
Pero su resurrección viene filtrada por la trituradora de la zafia comedia de adolescentes de edad dilatada que prima en los últimos años (que ya han abandonado hace tiempo la casa de sus padres, pero también sus neuronas). Reaparecen como unos sexagenarios retirados, salidos de la cárcel o enchufados a una bombona de oxígeno que aún buscan tener su última épica erección (a base de pastillas), su última desaforada persecución automovilística, además de demostrar que aún son diestros con las pistolas y los puños, y que aún conservan cierta noción de caballerosidad, protectora de las féminas maltratadas, que parece ya cosa del pasado. Retornan como los músculos para recordarnos que aún quedan vestigios de lo que era el país antes de la caída de las Torres gemelas, que aún son capaces de solventar cualquier entuerto, que son tan vivarachos como los adolescentes, aunque con cuerpos más cascados pero no por ello impedidos. El mito aún sigue vivo, aún se pueden encontrar en nuestros días a unas reencarnaciones de Butch Cassidy y Sundance Kid que se enfrentan con una pistola en cada mano con despreocupado ánimo suicida, porque son inmortales, aunque no se quede el plano congelado como el final de la película de George Roy Hill, ‘Dos hombres y un destino’ (1971). Por mucho que Walken dote con su mirada de una densidad sombría a algunos planos, ya estaba suficientemente congelado el inerte celuloide que hedía por acusada gangrena. Los viejos héroes huelen a tumba de clichés torturados con una sierra mecánica.
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