viernes, 12 de abril de 2013
Memorias de un zombie adolescente
2.Comedia para no huir porque resulta que hay algún zombie que tiene corazón (aunque primero se hayan comido el cerebro de la chica de la que se ha enamorado). ‘Memorias de un zombie adolescente’ (Warm bodies, 2012), de Jonathan Levine. Tampoco es que haya que ir a recibirles con un abrazo, porque como comedia romántica, obra de terror, comedia con brotes excéntricos o como alegoría, tampoco es que se revele como un hito, pero en un panorama, el de las películas con zombies, tan arrasado por los mordiscos de las convenciones, o de las reiteraciones de situaciones y personajes, no zombies o zombies (corran o vayan a paso de criatura de Frankenstein con zapatos de plomo), aporta alguna variante que quita un poco el polvo incrustado en el parabrisas. De entrada que haya dos diferentes ‘especies’ de zombies, los ’huesudos’ que asemejan, con un poco más de pellejo, pútrido, a los esqueletos que diseñó Ray Harryhausen, y esos muertos (warm bodies/cuerpos cálidos) que pueden revivir, a los que aún late el corazón, tienen recuerdos, y pueden emitir palabras, y como se verá no sólo es el caso del protagonista, ‘R’ (Nicholas Hoult).
Aunque a veces linde con el país de nunca jamás me embadurnaré de clichés pero no puedo evitarlo como poner cierta música en ciertos momentos ‘emotivocálidotiernos’, no deja de carecer de apuntes salazmente irreverentes. Por ejemplo, puede ser ilustrativo de cómo poder integrar, aceptar, a un no zombie en una comunidad de zombies, algo muy de actualidad. No deja de tener su gracia el uso de la voz interior, en off, del joven zombie enamorado ‘R’, cuestionándose en sus torpes acercamientos de cortejo a su amada, la no zombie Julie (Teresa Palmer). Hay simpáticos escupitajos críticos, como la asociación de del espíritu zombie con la falta de empatía, unida a un ciego afán de venganza, representado en el feroz líder de los humanos, Grigio (John Malkovich), o incluso con los apegos patrióticos que tienen orgasmos con los himnos y banderas. O el empleo de canciones, en especial de ‘Pretty woman’, cuando empiezan a maquillar a ‘R’ para que parezca humano. Hace no muchas décadas levantaba ampollas presentar un amor interracional, ahora está de modo el amor ‘intercriaturas’, como la humana con el vampiro en la tediosa saga de ‘Crepúsculo’ (aunque deserté tras la plomiza segunda entrega), pero esta tiene algo más de gracia. O por lo menos no te deja las neuronas en estado zombie, y sí con una cierta sonrisa cálida.
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