Uno de los más asombrosos, y emotivos, travellings jamás rodados, culminación de una de las más admirables obras que ha dado el cine español, 'Cielo negro' (1952). Un plano, además, de lo más anómalo en su tiempo, por su larga (exasperada y extática) duración que rompe con la ortodoxia predominante. Emilia corre por la calle, mientras no dejan de repicar las campanas, bajo la lluvia, bajo otra tormenta (bajo una sufrió la 'tormenta de la decepción', como una carrera desesperada en busca de otro 'cielo' en el que guaraecerse, el de otro altar, en este caso, no el de los sueños románticos, sino el de una iglesia).
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