martes, 9 de octubre de 2012
Wendy Hiller, la actriz que cautivó a George Bernard Shaw
Wendy Hiller, extraordinaria actriz británica, solía encarnar la firmeza, ya fuera la obstinación de su memorable personaje en la estupenda 'Sé a dónde voy' (1945), de Michael Powell y Emeric Pressburger, en la que quedaba pronto bien claro
que era mujer de férrea voluntad que no se plegaba a la de los demás, que aprovechaba cualquier circunstancia que le favorezca y que tenía bien definido, ya con 25 años, cual sería, o debía ser, el mapa de su vida. O fuera la estricta enfermera (pero con un corazón más grande que el Big Ben, y un gran sentido de la oportunidad para tumbar de un golpe en la cabeza al celador sin escrúpulos que se había aprovechado de John Merrick) en 'El hombre elefante' (1980), de David Lynch, o el equilibrio que denotaba, entre personajes de emociones tan indefinidas o erráticas, como la dueña del hotel (interpretación por la que ganaría el Oscar a la mejor actor secundaria) en 'Mesas separadas' (1958), de Delbert Mann. O la severa rigidez (espectral) que transpiraba en 'Asesinato en el Orient express' (1974), de Sidney Lumet. Su primer gran éxito fue en los escenarios teatrales, que centrarían preferentemente su carrera, con 'Love on the dole' (1934), que también representaría, dos años después, en Nueva York, donde cautivaría a George Bernard Shaw, que la contrató para interpretar varias de sus obras: Saint Joan, Pygmalion o Major Barbara. Hiller, a diferencia de muchos interpretes británicos, siempre prefirió a los actores modernos (Ibsen, o adaptaciones de novelas de Thomas Hardy y Henry James). E interpretó en pocas ocasiones, por ejemplo, a Shakespeare. En 1947 tendría un gran éxito en Broadway, y luego en Londres, protagonizando 'La heredera' de James, junto a Basil Rathbone. En cine, fue Shaw quien le facilitó su primer gran papel, tras insistir en que interpretara a Eliza Doolittle en 'Pygmalion' (1938), de Anthony Asquith y Leslie Howard ( que interpretaba al profesor Higgins), y reincidió con Shaw en 'Major Barbara' (1941), de Gabriel Pascal. No pudo potagonizar 'Vida y muerte del coronel Blimp' (1943), de Powell y Pressburger, al quedar embarazada ( y su papel lo interpretó Deborah Kerr). A partir de 1945, sus apariciones en pantalla fueron muy intermitentes: 'Desterrado de las islas' (1952), de Carol Reed, 'Hijos y amantes' (1960), de Jack Cardiff, 'Un hombre para la eternidad' (1966), de Fred Zinnemann o 'La solitaria pasión de Judith Hearne' (1987), de Jack Clayton.
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