domingo, 26 de agosto de 2012
Edith Scob, el rostro frágil tras la máscara
Edith Scob, el rostro tras la máscara en 'Ojos sin rostro' (1959), de Georges Franju. Con él había debutado en el cine un año antes, en 'La cabeza contra los muros' (1958), colaborando de nuevo en 'Therese Desqueyroux' (1962) y 'Judex' (196
3), tras la realizaría uno de sus retiros transitorios que ha caracterizado su carrera. Retornó con 'La vía Lactea' (1969), de Luís Buñuel, aunque fueron escasas e intermitentes sus apariciones en la década de los 70, en la que destaca su trabajo con Raul Ruiz, en 'La vocación suspendida', con quien ha reincidido, tras que volviera a dejar el cine de 1977 a 1988, en 'Le temps retrouvé' (1999), 'La comedia de la inocencia' (2000), 'Les ames fortes' (2001), 'Ce jour-la' (2003) o 'Le domaine perdu' (2005). En los 90 trabajó con Pedro Costa en 'la casa de lava' o Andrezj Zulawski en la artificiosa'La fidelidad' (1999). En la última década, la más prolífica, ha trabajado también con Pitof en la visualmente estridente 'Vidoq' (2000), con Jean Christophe Gans en la interesante pero desigual 'El pacto de lobos' (2001), Jean Paul Rappenau en 'Bon Boyage' (2002), Patrice Leconte en la notable 'El hombre del tren' (2002), Olivier Assayas en la esplendida 'Las horas del día' (2008), y pronto la veremos en 'Holy motors' (2012), de Leos Carax.
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