Henry Hathaway, Susan Hayward, Gary Cooper y Richard Widmark en varios momentos del rodaje de 'El jardín del diablo' (Garden of evil, 1954). Una de las más admirables cualidades de este singular western casi fantástico, es su modelico tratamiento, aún hoy, de las composiciones y el encuadre, del espacio y del paisaje. Sólo un año antes había empezado a rodarse en formato panorámico, en el cinemascope, que ahora es tan familiar, y cuesta hoy en día encontrar parangón semejante de exquisitez compositiva que además logra hacer del paisaje, del espacio por el que se transita, otro personaje más tan crucial como los que lo transitan, casi una inmensidad en la que éstos son gotas minúsculas, como lo es la arrogancia de la codicia humana.
Cierto, con "La noche de los gigantes" de Mulligan, es el western más fantástico que conozco, en el sentido al que nos referimos. Es notable el desasosiego que se produce casi desde los primeros momentos, sensación que va in crescendo hasta hacerse casi insostenible. Western atípico que resiste más que bien el paso del tiempo...
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