martes, 17 de enero de 2012

El cuarto mandamiento - Imágenes de un rodaje

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Orson Welles, Joseph Cotten, Anne Baxter, Dolores Costello y Bobby Cooper ( George de niño,con unos inenarrables tirabuzones), durante el rodaje de 'El cuarto mandamiento' (The magnificent Ambersons, 1942), la obra maestra de Welles, y su obra más destacada junto a 'Sed de mal' (1958). En 'El cuarto mandamiento',pese que no controlara el montaje definitivo ( y añadieran alguna secuencia en su final, rodada por Robert Wise), pienso que lo que hizo fue afinar lo que había ensayado en Ciudadano Kane, poniendo, en esta ocasión, su inventiva al servicio del cuerpo dramático, y no a la inversa. Del mismo modo que su famoso plano secuencia inicial de Sed de mal, el virtuosismo o exuberancia formal a la par de fascinante estaba cargado de pertinente sentido. La evidenciación del artificio, o la ruptura con las formas convencionales de planificación y estructuración del relato potenciaban tanto la reflexión y la emoción como desentrañaban los artificios y engaños del mundo retratado (o la impostura de vida, fruto de la arrogante vanidad del joven Amberson y que sólo causa daño en los otros). Como su refinada vertiente siniestra, de universo fantasmal, que estaba ya presente en Ciudadano Kane (desde ese inicio que parece que nos ubica en un castillo gótico). En El cuarto mandamiento, esos cuerpos cotidianos, próximos, van revelando su condición de fantasmas (el sentimiento queda exiliado). En Ciudadano Kane, aunque no carece de atractivo esa atmósfera espectral los personajes no acaban de adquirir el suficiente cuerpo. El exceso de artificio induce al desequilibrio, a una cierta falta de contraste, que la convierte en una brillante fantasmagoría o mascarada formal. E incluso diría que, en la figura del hijo, logró retratar la gestación de un futuro Kane, desarrollando lo que en Ciudadano Kane no se había logrado ni insinuar como esbozo. Además de ser un prodigio admirable por sí misma, El cuarto mandamiento corrige y afina los trazos incompletos, y hasta gruesos, de Ciudadano Kane.

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