Carl Theodor Dreyer. Se puede creer en la posibilidad de los milagros, porque existen obras que desafían lo posible, como 'Ordet' (1955), 'Dies irae' (1943), 'Gertrud' (1965), 'Mikael' (1924) o 'Vampyr' (1932). La interrogante, el misterio y la revelación se conjugan en obras que se transforman en 'acto de realización' y transforman nuestra mirada, nuestra forma de relacionarnos con lo real. Lo transcendente y lo sublime residen en la mirada serena, en el aliento conciliado, que nunca desterrará las interrogantes que nos seguirán confrontando con las limitaciones que nos imponemos y el firmamento de los posibles que quizá no advertimos.
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