viernes, 21 de mayo de 2010
Edward G Robinson, actor de alta tensión
Qué inmenso actor Edward G Robinson, una de las más admirables presencias en una pantalla, capaz de los más variados registros. Este gran actor, nacido en Bucarest, desde donde se trasladó con su familia cuando tenía 10 años a los Estados Unidos, y de apellido Goldenberg (de ahí la 'G'), parece que era una de las presencias más templadas y caballerosas en un plató de rodaje. Y era un gran amante, y coleccionista, de obras de artes. Su primer gran éxito, la un tanto artificiosa 'Hampa dorada' (1930), de Mervin LeRoy le marcó, encasillándole, en especial en esta década, en papeles de gangster, o de torvo y siniestro personaje, aunque, gradualmente, sobre todo a partir de los 40, lo alternara con otro tipo de personajes, logrando desprenderse del encasillamiento. Un buen avance de esa tendencia en su carrera está en la disfrutable 'Pasaporte a la fama' (1935), de John Ford, en la que interpretaba dos papeles, el del pérfido gangster y el del inofensivo y tímido oficinista a quien confunden con el gangster. Aunque eso sí, supo transitar por muy diversas caracterizaciones en el amplío arco entre esos dos tipos de personajes. En lo 30 destacan obras como, especialmente, 'Pasto de tiburones' (1932), de Howard Hawks, y atractivas obras como 'El increible doctor Clitterhouse' (1938) de Anatole Litvak, 'Balas o votos' (1936), de William Keighley, 'Barbary coast' (1935), de Howard Hawks, 'Yo soy la ley' (1938), de Alexander Hall, 'Confessions of a nazy spy' (1939), de Anatole Litvak o 'Kid Galahad' (1937), de Michael Curtiz. En los 40 brillan dos de sus más conspicuas interpretaciones, en las dos soberbias obras de Fritz Lang, 'La mujer del cuadro' (1944) y 'Perversidad' (1945). A recuperar son dos biopics con William Dieterle, 'A dispatch from Reuter' (1940), y, en especial, 'Dr Ehrlich's magic bullet' (1941). Esplendidas son 'El lobo de mar' (1941), de Michael Curtiz y 'Mil ojos tienen la noche' (1948). Destacaba sobremanera en obras un tanto sobrevaloradas, o excesivamente mitificadas, pero no carentes de interés, como 'Perdición' (1944), de Billy Wilder, 'El extraño' (1946), de Orson Welles o 'Cayo largo' (1948), de John Huston. Apreciables son también 'Odio entre hermanos' (1949), de Joseph L Manckiewicz, 'Alta tensión' (1941), de Raoul Walsh o 'La casa roja' (1947), de Delmer Daves. En los 50, tras sufrir el acoso del comité de actividades norteamericano por resultar sospechoso de 'vínculos comunistas', lo que derivó en un breve parón, destacan interesantes obras como 'Martes negro' (1954), de Hugo Fregonese, 'Hell on Frisco bay' (1955),de Frank Tuttle, 'Illegal' (1955), de Lewis Allen o 'The glass web' (1953), de Jack Arnold, o una agradable comedia de Frank Capra, Millonario de ilusiones' (1959). En los 60 memorables son sus creaciones en 'Dos semanas en otra ciudad' (1962), una de las mejores obras de Vincente Minelli, 'El rey del juego' (1965), de Norman Jewison, 'El premio' (1963), de Mark Robson, o su breve aparición en la hermosa 'El gran combate' (1964), de John Ford. Interesante es 'Seven thieves' (1960), de Henry Hathaway, como divertida 'Prestame a tu marido' (1964), de David Swift. No pudo tener más bello colofón su insigne carrera que su interpretación (inolvidable la secuencia de su muerte) en la excelente 'Cuando el destino nos alcance' (1973),de Richard Fleischer.
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