miércoles, 3 de febrero de 2010
Ocho sentencias de muerte
En 'Ocho sentencias de muerte', hasta la misma muerte está tratada con disoluta irreverencia, con esa ironía tan británica de soltar la mayor barbaridad con el gesto circunspecto e indiferente. Un heredero situado en la más baja rama de la familia, los aristocratas D'Gascoigne, Louis (Dennis Price), dada las penurias que ha sufrido su madre por haberse casado con un 'plebeyo', y sus perspectivas laborales de ser un mero empleado, decide corregir la 'injusticia' eliminando a los ocho herederos que están por delante de él.
Narrada en flashback, a través de las memorias que Louis está escribiendo en la celda de la prisión, en espera de que lo ejecuten (o de que le llegue el perdón en el último momento, aunque mucha angustia no muestra al respecto), se nos relata, a través de su desafectada actitud, cómo fue eliminando a cada uno de esos herederos, e incluso casándose con la viuda de uno de ellos. Atractivo añadido es que esos ocho personajes, incluido uno femenino, está interpretado por un maquillado, y magnífico, Alec Guinnes, lo que apuntala esa sensación de fantasmagoría escénica tocada por el absurdo más lacónico. Mordaz, es otro acido retrato tanto del arribismo como de una estratificación social tan rígida como carpetovetónica, y de las anquilosadas y ensimismadas costumbres de la aristocracia, y otras clases favorecidas como la eclesiástica o la de los banqueros. y de ese apego a las tradiciones que no significan sino recreación del inmovilismo. Un festín de exquisito humor inglés cual bombón envenenado.
'Ocho sentencias de muerte' (1949), de Robert Hamer, es otra muestra de un periodo insigne de la comedia, la protagonizada en la producción británica por la 'Ealing', que dio un buen número de joyas realizadas por Charles Crichton, Henry Cornelius o, sobre todo, Alexander Mackendrick, con títulos como Oro en barras, Los apuros de un pequeño tren, Pasaporte a Pimplico, El hombre vestido de blanco, Whisky a gogó o El quinteto de la muerte. Aunque no sólo en la comedia como demuestra la excelente muestra de cine fantástico, 'Al caer en la noche', uno de cuyos episodios, de los mejores, pertenece a Robert Hamer, de quien se puede recordar una interesante comedia, 'Donde el círculo termina', en la que Alec Guinnes reincidía en interpretar más de un papel, en este caso simplemente desdoblándose.
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