lunes, 2 de noviembre de 2009

Spione

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En Spione (1929), de Fritz Lang, la realidad es un espejismo socavado por conspiraciones subterráneas ocultas bajo las envenenadas apariencias de máscaras, disfraces, un baile incierto de identidades que son números. Trenes que colisionan, bancos gaseados, peleas de una crudeza sangrante, sacrificios por amor. Una agitación que busca rasgar ese telón en el que se camuflan los que quieren asaltar la realidad.

'Spione' (1929), no será la obra más afamada de la época muda de Fritz Lang, pero la considero su obra mayor en este periodo, por encima de obras de gran poderío visual, pero más endeble dramaturgia, como Metropolis o Los nibelungos. Spione es un alarde de vigor narrativo, ya su inicio es percutante con un montaje desenfrenado de diversas situaciones que nos situan en un mundo al borde del colapso. Como en su saga de Mabuse, bajo sus atavíos de obra de género, hay todo una carga de profundidad que es anuncio de los horrores por venir. El tablero del mundo se tambaleaba inestable. La realidad estaba escondida, hasta que brótó con toda su malevolencia. Lang no da respiro con esta obra, y crea momentos de gran fuerza dramática, como los dos suicidios, uno por honor y otro por amor.

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