domingo, 1 de noviembre de 2009
La octava mujer de Barbazul
Consternación en unos grandes almacenes. Un cliente quiere solo comprar la chaqueta de pijama. Si uno usa los pantalones, para qué comprarlos si no hay necesidad. El dilema se va trasladando a los sucesivos escalafones en la jerarquía, hasta llegar al dueño, que no acepta esa venta parcial, aunque él duerma también sólo con la chaqueta de pijama. Solución: una clienta está dispuesta a comprar sólo los pantalones. Consternación para el cliente, millonario acostumbrado a que las cosas sean como él quiere: ¿Para quién serán esos pantalones? Consternación para la clienta: Si se convierte en la octava mujer de ese hombre caprichoso, ¿en qué se convierte ella, en una adquisición más de usar y tirar? La lid o pulso entre ambos está servida, y se dilucidará con una camisa de fuerza de por medio.
'La octava mujer de Barbazul' (1938), de Ernst Lubitsch, es otra de sus grandes y agudas comedias, con Gary Cooper, Claudette Colbert, David Niven y el gran secundario Edward Everett Horton. Atención al uso como fuente de gags, aparte su ironía implicita, de una bañera de la época de Luis XV. O al uso de leer la palabra Checoslovaquia al revés para poder dormir. O a la habilidad de cómo sacar jugo a un gag en tres tiempos o repeticiones, otra de las recurrencias aparte del ingenioso uso del fuera de campo o de las elipsis, de este gran maestro del cine.
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