miércoles, 23 de octubre de 2024

El club de los milagros

 


La vida, ilusiones y tumores. El club de los milagros (The miracle club, 2023), del veterano cineasta irlandés Thadeus O'Sullivan, se vertebra sobre una ironía. Dos mujeres, Eileen (Kathy Bates) y Emily (Maggie Smith), quienes se dirigen a Lourdes en espera de un milagro, una en relación a lo que piensa que es un tumor en su pecho (sin cerciorarse que realmente lo sea recurriendo a la vía directa, la corroboración médica), y la otra porque es el sueño de toda una vida, se confrontan con sus desatinos pretéritos cuando retorna al pueblo, tras cuarenta años de ausencia, Chrissie (Laura Linney), quien, con diecisiete años, se asentó en Estados Unidos tras que la primera difundiera que estaba embarazada y la segunda no solo imposibilitara su relación con su hijo sino que le dijera a éste que ella se había marchado sin él. Ambas quieren que su vida sea mejor, y ambas se enfrentan con un pasado en el que, mezquinas, dañaron de modo irremisible la vida de otra.

Ambas amigas forman un trio musical con la joven Dolly (Agnes O'Casey), quien quiere ir a Lourdes para conseguir que su pequeño hijo, Daniel, hable. Piensa que su mudez es un castigo divino por intentar abortar. Pero esa necesidad ejerce de contrapunto en un sentido amplio, ya que sus dos amigas deberán revelar, hablar, sobre cómo actuaron en el pasado, lo que Chrissie ignora. No habrá milagros pero si necesidad de una sinceridad que asuma unos daños pretéritos (o el milagro puede ser más bien actuar de modo directo y generoso y no de modo retorcido). Eileen se enerva cuando le es relevado los escasos milagros que han acontecido en Lourdes desde 1858, como si fuera un agravio personal, pero tendrá que encarar cómo ese sentimiento de agravio tornó en odio el amor que sentía por Chrissie por mera contrariedad. Precisamente, la generosidad, y carencia de resentimiento, de Chrissie, cómo ayuda o apoya a las tres amigas, será el reflejo que determinará que ambas amigas sean capaces de reconocer su cruel comportamiento pasado, una porque quería que la vida de su hijo fuera mejor que la de ella, y la otra por mero despecho.

La acción transcurre en 1967, tiempo de (supuestos) cambios. Hay en el viaje de las mujeres cierto ánimo rebelde con respecto a unas costumbres que son inercias, por eso los maridos se oponen a que hagan ese viaje, como si supusiera una desestabilización de unos cimientos. Ejercen de contrapunto al viaje de peregrinaje las desventuras de sus respectivos maridos intentando uno cuidar a un bebé, otro hacer las compras y alimentar a seis hijos y el tercero, sin hijos, simplemente recogiéndose en su dormitorio, como un aparato desactivado. Son secuencias que evidencian cómo la narración oscila entre la comedia y el drama, aunque las sombras y las aristas no se expongan con la suficiente contundencia. Es una obra que transpira ánimo conciliador, aunque el resultado sea un tanto descafeinado. Confortablemente descafeinado.

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