miércoles, 3 de abril de 2024

Syriana

 

Puzzle, maraña. Desencajar las piezas, para reencajarlas según conveniencia. Proceso: enmarañar la percepción del conjunto, camuflar, manipular, distraer, eliminar. Proceder a reconfigurar. Syriana (2005),de Stephen Gaghan, analiza con metódica precisión la trama que rige el teatro político (económico) en el escenario de Oriente Medio. Desnuda los intereses encubiertos, gubernamentales y económicos, de Estados Unidos ( las lides por el control del petróleo), con un amplio y representativo tapiz de personajes de ambos lados (jugadores de un tablero de ajedrez, desde el rey al peón). Más allá de pantallas de excusas patrias o ideológicas, lo que prima (y ha primado) en tal escenario es una cuestión económica (cómo conseguir las mejores ventajas para seguir alimentando una industria, y los intereses de las grandes corporaciones). Todo esto implica plantearse de quién o de qué servirse o prescindir para conseguirlo en ese juego de alianzas y rivalidades. Cuatro personajes en posiciones intermedias, piezas funcionales o peones, centran o conducen las cuatro tramas que se complementan y componen la visión de conjunto desde diversos ángulos. Barnes (George Clooney) el agente gubernamental que comienza a resultar incómodo, interferencia en los tejemanejes políticos. Agente de campo que fue valioso en tiempo pretérito pero que se convierte en recordatorio molesto de errores (una poderosa arma que ha quedado como fleco suelto, sin destruirse, en su última misión), o en voz que perturba la pantalla de conveniencias que se pretende crear, los reajustes del escenario que se establecen sibilinamente y en donde él es figura prescindible. Barnes no hacía preguntas, realizaba todo lo que le encomendaban. Ahora sus observaciones, sus preguntas, interfieren, se convierten en arma, en fleco suelto.

Otro peón sacrificable, que tampoco hace preguntas como antes Barnes, es el chico pakistaní, Wasim (Mazhar Munir) quien se encuentra despedido, con su padre, por no saber árabe, cuando hay cambio de dirección de la refinería de la empresa Connex en la que trabajaban (consecuencia de la concesión del gas por parte del gobierno saudí a los chinos). Aprovechándose de su resentimiento es captado por aquel que compró el arma que no fue destruida, un musulmán fundamentalista que le instruirá y modelará, como a otros jóvenes, para convertirle en mártir que acepte la muerte por combatir al enemigo (su equivalente titiritero en el otro lado podría ser Whiting, el presidente de la firma de abogados, encarnado por Christopher Plummer). Hay quien se convierte en enemigo (o extensión del enemigo) porque las cuestiones personales se superponen en sus prioridades, en sus decisiones. Woodman (Matt Damon) es un analista que asesora al príncipe Nasir (Alexander Siddig), ministro de asuntos exteriores, y en lid con su hermano menor para suceder a su padre, el emir. Frente a ambos Nassir representa el talante reformista, democratizador, que pretende impedir que su país siga siendo una sucursal de Estados Unidos, a quienes conviene que continúe siendo un país atrasado (es decir que los poderosos tiendan al derroche con lujos sin preocuparse de mejorar las infraestructuras del país, que lo convertirían en más rico y competitivo sin necesidad de dependencias) . Por eso, Nasir ha realizado un trato favorable con China, hecho que ha puesto en movimiento a las fuerzas económicas y gubernamentales estadounidenses. Nasir se ha convertido en una interferencia, un arma, un fleco suelto, una figura molesta en el escenario, un estorbo que se hace necesario eliminar. Woodman, ignorante de esas conveniencias, apoya a Nasir en su proyecto reformista, y le asesora sobre cuáles serían los pasos económicos necesarios. Woodman se convierte en réplica a pequeña escala de su país, ya que se beneficia económicamente, aprovechándose de la compensación que le proporcionan por la accidental muerte de su hijo mayor en la piscina del emir, aunque irónicamente sus consejos vayan en contra de los intereses del gobierno de su país.

Por último, Holiday (Jeffrey Wright) es un abogado contratado para investigar la alianza entre las dos empresas Connex y Killen (una pequeña empresa que consiguió derechos de perforación en Kazhastan), para analizar si ha habido algún tipo de corrupción, Aunque todo es una pantalla de conveniencias, sacrificios cara a la galería, ya que el trasfondo no es otro que propulsar esa alianza en comandita con el gobierno, en cuyo proceso será necesario la purga de quien perjudica esa posibilidad, Nasir (y de paso Barnes), de lo que la CIA se encargará convenientemente. Hay otro aspecto sugerente en la caracterización de los personajes, sobre todo de los norteamericanos, personajes zarandeados en mitad de la corriente, o que se mueven según los cambios de dirección de las mismas; Su quebrado espacio íntimo: la relación tensa, conflictiva, de Holiday con su padre, alcohólico, al que suele acoger con disgusto en su casa (mientras cumple, como aplicado esbirro, su función pública de maquillaje de apariencias en los engranajes político-económicos): no deja de ser reflejo de un país, las suciedades se ocultan mientras se prima el maquillaje de conveniencias; Barnes es una figura solitaria, divorciado, que tampoco logra establecer una relación armónica con su hijo, cansado de tantas mentiras; y el matrimonio quebrado de Woodman, tras el fallecimiento de su hijo, con las diferentes actitudes que establecen, reflejado en los reproches de la esposa a Woodman por aprovecharse de la muerte del hijo para ganar dinero. Wassim sí que mantiene una relación armoniosa con su padre, aunque sí emborronada por ciertas diferencias de visión, como si la del padre estuviera ya en los horizontes que veía en el pasado.

Distancias, las que definen este entramado en el que las piezas no encajan por conciliación, sino por responder a los moldeados de unos intereses, los de aquellos que se imponen en el escenario, para los que cualquier medio es válido para conseguir sus propósitos. Como expone precisamente una de las figuras sacrificadas en la investigación de Holiday, el empresario petrolífero Dalton (Tim Blake Nelson): ¿Corrupción? ¿De qué cargos de corrupción me hablas? Corrupción es cuando el gobierno se entromete en las eficiencias del mercado a través de regulaciones. Esto lo dice Milton Friedman, que obtuvo un maldito premio Nobel. Tenemos leyes contra la corrupción precisamente para que podamos sacarla adelante. La corrupción es nuestra protección, nos mantiene seguros y tranquilos. La corrupción permite que tú y yo estemos ahora aquí y no peleándonos por trozos de carne en la calle. Gracias a la corrupción...ganamos. La corrupción es lo que define al sistema, es el aceite para que el engranaje funcione. Y la sangre de la que se alimenta es todo lo que destruye para afirmarse. Porque sabe, además, cómo eliminar los flecos sueltos.

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