lunes, 5 de febrero de 2024

La sala de profesores


En La sala de profesores (Das Lehrerzimmer, 2023), de Ilker Catak, resalta la singular utilización de la música, compuesta por Marvin Miller. En la introducción, el movimiento musical narrativo concluye con el gesto, con sus manos, de la profesora Carla (Leonie Benesch), ante sus alumnos en el aula, como la directora de orquesta que alza sus manos para que la orquesta que comanda comience la interpretación musical. Un sistema como partitura. Como ritual entonan una canción, que en un momento del relato cuando la sublevación comienza a desestabilizar el orden del colegio, será puesta en cuestión por un alumno como ocurrencia ridícula. Condensa el desarrollo del proceso dramático, la transfiguración de un escenario, o una estructura, y puede evocar como variante a la magistral Ensayo de orquesta (1988), de Federico Fellini. Durante la narración se repetirá de modo recurrente una composición musical. Recuerda al uso que de un tema (compuesto por su habitual colaborador Zbigniew Preisner) realizaba Krzystoff Kieslowski en una de sus obras maestras, Sin fin (1985). Es una composición que encarna la tensión, como un resorte encasquillado, en dos niveles, uno estructural, en la misma escuela, desde el momento en que la indagación sobre unos robos abrirá las fisuras de ciertas inconsistencias en el sistema. Y por otro, el de la obcecación de Carla por solventar esa incógnita. Para conseguirlo, no dudará en usar medios cuestionables, o que serán puestos en cuestión, para esclarecer una circunstancia que cree que no está siendo resuelta como se debería. Aunque el cuestionamiento de métodos se pueda ampliar también a directiva o alumnos. Pero ¿en qué medida pueden mejorar un sistema o justificable por evidenciar sus inconsistencias?

La estructura de ese sistema se conforma con tres compartimentos, la dirección, el profesorado y los alumnos que será transgredida durante el desarrollo de la narración. La música, como composición que sugiriera un orden establecido irrumpirá de modo más armónico en las últimas secuencias, cuando el alumnado, como colectivo, haya desplegado su corrosivo cuestionamiento de unas decisiones y, de modo individual, con respecto al alumno que no se ha plegado a los requerimientos y las ordenes de la dirección. En ese proceso, de nuevo, como en el caso de Carla, los medios quizá no sean los más justos, o acordes de modo preciso a una verdad, pero ejercen de sublevación con respecto a una imposición de criterio que no deja de ser cuestionable. Es algo que, a su manera, también piensa Carla, ya que cuestiona las primeras decisiones, realizar un registro inesperado de los alumnos para comprobar si disponen de anómalas cantidades de dinero, lo que propiciará que, al ser así en el caso del alumno, llamen a sus padres y realicen un interrogatorio aparte. Una decisión que apoyan algunos profesores pero no Carla. Además, se introduce como perturbación la posibilidad del componente xenofóbico ya que el alumno no es de raza blanca. ¿En qué medida ha influido en la suspicacia, en vez de pensar que fuera una cantidad que hubiera sido suministrada por los padres?. Es una decisión que comenzará a propagar, como una infección, el malestar en el sistema, o el ambiente del instituto.

La decisión de Carla, dejar en la sala de profesores la cámara en funcionamiento del portátil enfocando a su abrigo, en la silla, en uno de cuyos bolsillos ha dejado dinero, para ver si alguien lo coge, puede ser cuestionable como recurso, aunque ella lo justifique por su utilización para un propósito de esclarecimiento, como después la distorsión del artículo periodístico de los alumnos con respecto a las declaraciones de Carla durante la entrevista que le hacen. En la imagen quedará grabado el gesto de quien roba su dinero y por la prenda que porta Carla piensa que es aquella que, en esos momentos, viste ese atuendo. Es una prueba circunstancial que apunta hacia esa persona, aunque podría plantearse si alguien más que portara esa prenda hubiera entrado en la sala de profesores y cogido ese dinero. Esa mujer niega con contundencia que fuera ella. Esa enérgica negación contradice lo que la imagen parece indicar: El parece y el es abren sus fisuras de interrogantes. ¿Lo que se dice es lo que es? ¿Una imagen parcial es concluyente?¿la casualidad pudo ser así de retorcida? El hijo de esa persona, alumno de Carla, reacciona de acuerdo a su vínculo afectivo. No le importa la verdad sino la posibilidad de que unas pruebas incriminen a su madre. El alumnado no recurre a la verdad, en sentido estricto, con su cuestionador artículo periodístico, ni el alumno actúa de modo consecuente cuando intenta destruir la prueba circunstancial que parece incriminar a su madre, pero pone en marcha otra orquesta que no responde a las indicaciones de quienes detentaban la autoridad, cuyas acciones, por su parte, han quedado evidenciadas como falibles, contradictorias o erradas. Los alumnos, con el hijo de la mujer, por su negativa a plegarse a una voluntad autoritaria, establecen otra música como respuesta. No es cuestión de verdades sino de quienes creen que pueden imponer su voluntad o determinar con sus decisiones un escenario de realidad, un sistema de funcionamiento. O de al menos permitir la discrepancia que pueda poner en cuestión una carencia de fundamento.

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