sábado, 30 de junio de 2018

Sicario 2: el día del Soldado

No hay guerra que no sea sucia. En la extraordinaria Sicario (2014), de Denis Villeneuve quedaba dolorosa y crudamente expuesto que la rectitud no tiene mucha cabida en esta tierra de lobos. Más bien, la realidad es un coladero en la que todo se mezcla, y se escurre, porque cualquier medio vale para conseguir un propósito. La mirada recta que colisionaba con demasiados desvíos y retorcimientos era la de la agente del FBI Kate (Emily Blunt), reclutada para participar en una misión que no tiene clara, como tampoco su función en la misma, ni incluso a quienes representan, qué agencias, o qué gobiernos, algunos agentes con los que trabaja, como el que parece al cargo, Graver (Josh Brolin), y esa incógnita de colaborador que es Alejandro (Benicio Del Toro), para al final descubrir que ha sido utilizada como conveniente colaboradora instrumental, ya que su pertenencia al FBI les legitimaba para operar en territorio estadounidense. Taylor Sheridan, de nuevo guionista para Sicario 2. el día del soldado (Sicario 2: day of the soldier), de Stefano Sollima, declaró que mientras Sicario se centraba en la militarización de la policía y cómo se confunden ambas funciones, en esta, que no es una continuación ni centrada en acontecimientos precedentes, se suprime el aspecto de la vigilancia (focalizada en concreto en la reduccíón de competidores en el tráfico de drogas desde Méjico a Estados Unidos, para así reducir la violencia).
En Sicario 2: el día del soldado se introduce un nuevo aspecto en la ecuación, el terrorismo. El gobierno teme que los autores de unos atentados suicidas en un supermercado (en una sobrecogedora secuencia rodada en un sólo plano) penetren desde México por la frontera. Esa su narrativa. Y como toda narrativa, asentada en la especulación, más que en la certeza. Durante tiempo se habló de los supuestos arsenales de armas de destrucción masiva en Irak, que servía como justificación para la intervención, aunque luego se revelara que era falso: es decir, respondía a una narrativa más que especulativa conveniente. En Sicario 2: el día del soldado, ante la posibilidad de que esa narrativa sea cierta se plantea una acción que remede otra que ya se efectuó, por parte de la CIA, a la que pertenece Graver, en Afganistan: Provocar desavenencias entre las diversas facciones del enemigo, urdir una trama que les persuada de que deben enfrentarse entre ellos, una retorcida manera de minar su fuerza sin necesidad de directo enfrentamiento. Graver plantea lo mismo pero entre los diferentes grupos del Cartel (los que comandan Reyes y Matamoros). Pero ¿Qué ocurre cuando se modifica la narrativa ya en curso una operación correspondiente a la previa narrativa, al escenario que se creía cierto pero resulta que no lo es?
Taylor Sheridan urde un excelente guión en el que aparte de recurrir de nuevo a las figuras de Graver y Alejandro, reutiliza algunos de los componentes de Sicario, como una crucial secuencia de incursión en territorio mejicano, con la tensión latente por la amenaza de un posible enfrentamiento; la utilización, como subtrama paralela, de un personaje mejicano (en aquella un policía corrupto, en esta un joven que se integra en la organización del tráfico que reporta ahora más dinero que la cocaína, el humano: por mil dolares se les traslada al otro lado de la frontera, en la que, detalle impagable, la siniestra oscuridad del contacto estadounidense al otro lado es una sonriente rubia oxigenada con su bebé en el asiento trasero del coche); o la crucial figura de un personaje femenino que se encuentra entre: una figura intermedia, Isabela (Isabela Moner), cuya mirada es también, como la de Kate, la del personaje ajeno, y que también adquiere la condición de instrumento. Pero estas recurrencias no son recursos que evidencien falta de imaginación por aplicarse a una plantilla que funcionó magníficamente en la obra de Villeneuve, sino todo lo contrario. Demuestra cómo con un molde se pueden realizar ingeniosas variantes que aporten otros enriquecedores ángulos.
La obra rebosa cargas de profundidad con respecto a la política gubernamental de su país: ese muro que separa las fronteras; la asociación de inmigrantes y terroristas; la aseveración de la superiora de Graver, (Catherine Keener), de que a diferencia de él, entre los distintos representantes gubernamentales, nadie tiene el propósito de cambiar ninguna situación (una manera de decirle que se autoengaña con su afán de que su labor lo consiga); o delicados detalles, que funcionan como lúcido contraste: el entendimiento mediante el lenguaje de los sordomudos entre dos extraños, en mitad de ese paisaje desolador desértico, como un granjero y Alejandro (de quien se nos revela algún detalle más de su pasado). Resultaba muy complicado realizar una obra de la envergadura de Sicario, realizada por uno de los cineastas más excepcionales del cine actual, que domina como pocos la narrativa liquida (que fluye fusionada con la banda sonora; musicalización que potencia una percepción transfiguradora) como refrendan sus dos magistrales obras posteriores, La llegada (2016) y Blade runner 2049 (2017), pero Sollima materializa una narrativa igual de descarnada y sombría, y aún más cortante, que no desmerece para nada en sus logros. Pese a que ya se haya confirmado que habrá una tercera obra, el final abierto de Sicario 2: el día del soldado nada tiene nada que ver con la narración interrumpida de obras que dejan un puente abierto a una secuela. Es una conclusión en sí que resulta lacerante como el fleco suelto que lleva incorporado un filo.

2 comentarios:

  1. los movies - This is one of the few Hollywood sequels that lives up to expectations. With incredible directing and cinematography, the film draws you right in and has you hanging on the edge of your seat for a superb and twisted climax. 'Sicario 2', unlike most thrillers, doesn't pander to the audience. It assumes you have a certain level of intelligence and relies on you, the viewer, to remember details of conversations or encounters without the need for flashbacks or narrated thoughts. It's truly a masterclass in storytelling and I highly recommend it to anyone who even slightly enjoyed the first 'Sicario' in 2015.
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  2. As semelhanças, no entanto, acabam por aí - no lugar do discurso politizado do primeiro filme, cuja abordagem centrada no conflito ético da protagonista trazia um tom mais caloroso e empático à narrativa, entra uma abordagem mais interessada em mostrar um enorme jogo de xadrez, cujas peças são todas acinzentadas e amorais. Na minha opinião, este foi um dos melhores filmes de ação que foi lançado. O ritmo é bom e consegue nos prender desde o princípio, em Sicario Filme, eu recomendo muito no caso de que ainda não viram. Não tem dúvida de que Benicio del Toro foi perfeito para o papel de protagonista, falar do ator significa falar de uma grande atuação garantida, ele se compromete com os seus personagens e sempre deixa uma grande sensação ao espectador.

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