domingo, 2 de septiembre de 2012
Alan Bates, entre lo vulnerable y lo siniestro
Una de las más memorables interpretaciones de Alan Bates fue la del judio que sufría un auténtico calvario con su injusto encarcelamiento, que se constituía también en la quintaesencia del absurdo, en la magnífica 'El hombre de Kiev' (1968)
, de John Frankenheimer. En otro registro, en la excelente 'El grito' (1978), de Jerzy Skolimovski, bordaba, sustentado en su imponente físico, en su turbadora mirada, un personaje que parece provenir de otro mundo, de otra dimensión, en el que se combinan armónicamente lo siniestro y una desconcertante vulnerabilidad. Sobre esa ambivalencia ya se construía uno de sus primeros notorios personajes, el fugitivo de 'Cuando el viento silba' (1961), de Bryan Forbes. En la vertiente siniestra, y que ejemplifica su sutil talento y su poderoso carisma que resaltaba hasta en producciones discretas, hay que resaltar ese gangster con negocio de pompas fúnebres en 'Requiem por los que van a morir' (1987), de Mike Hodges. Como no se difumina en un afinado conjunto del que es una pieza más, como su severo mayordomo en una de las mejores obras de Robert Altman, 'Gosford Park' (2001). Dio sus primeros pasos, como Albert Finney, con un personaje secundario en la notable 'The entertainer' (1960), de Tony Richardson. Trabajó con John Schlesinger en 'A kind of loving' (1962), 'Lejos del mundanal ruido' (1967) o 'An englishman abroad' (1983), con Carol Reed en 'El precio de la muerte' (1963), Michael Cacoyannis en 'Zorba el griego' (1964), Ken Russell en 'Mujeres enamoradas' (1969), Joseph Losey en 'El mensajero' (1970), James Ivory en 'Quartet' (1981), Richard Lester en 'El cobarde heróico' (1975), Paul Mazursky en 'Una mujer descasada' (1978), Franco Zefirelli en 'Hamlet' (1990) o Harold Pinter en 'Butley' (1974).
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